Por tanto, nosotros todos, mirando con el rostro descubierto y reflejando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en su misma imagen, por la acción del Espíritu del Señor. (2 Corintios 3:18).
Una mujer creyente fue interrogada en una ocasión por un periodista, quien trataba de escribir un artículo acerca de lo irracional que es creer en los milagros de Jesús. «Dígame, señora, ¿cómo puede usted creer que Jesús convirtió el agua en vino?». La mujer levantó su mirada y respondió: «Los milagros se aceptan, no se explican, pero por mi experiencia puedo añadir que también se sienten». «¿Cómo?», replicó el periodista. «Porque el vino que entraba en mi casa se ha convertido en pan».
Aquella mujer había experimentado la transformación de un pasado de vicio en una vida de paz, alegría y prosperidad. Su familia también había vivido un cambio y desde entonces el Espíritu Santo había obrado en ellos cosas maravillosas. La Biblia presenta numerosos casos de personas que fueron transformadas por ese milagro renovador que produce la presencia de Cristo en el corazón. Entre ellos se encuentra el de una muchacha cuyo nombre no conocemos, pero de la que se dice que tenía un espíritu de adivinación. Sus conciudadanos creían en las habilidades sobrenaturales que esta muchacha tenía y sus alaridos eran recibidos como oráculos, cosa que aprovechaban sus amos para obligarla a responder a todos los que le hacían preguntas.
Aunque el registro bíblico no comenta más acerca del cambio efectuado en ella después de que Pablo, por el poder de Jesús, expulsara fuera a los demonios que la poseían, es difícil pensar que se le hubiera permitido volver a la ignorancia y a la incredulidad. Se cree que se hizo cristiana y que encontró albergue con las mujeres que colaboraban con el apóstol. Lo cierto es que, una vez libre, pertenecía a Cristo.
Sí, Cristo puede y quiere efectuar grandes cambios en tu vida y en la mía. No importa el lugar donde estemos. Si te encuentras con él, deja que su poder te trasforme. Entonces podrás ser una nueva criatura, porque si alguno está en Cristo, nueva criatura es (ver 2 Cor. 5: 17).
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Una mujer creyente fue interrogada en una ocasión por un periodista, quien trataba de escribir un artículo acerca de lo irracional que es creer en los milagros de Jesús. «Dígame, señora, ¿cómo puede usted creer que Jesús convirtió el agua en vino?». La mujer levantó su mirada y respondió: «Los milagros se aceptan, no se explican, pero por mi experiencia puedo añadir que también se sienten». «¿Cómo?», replicó el periodista. «Porque el vino que entraba en mi casa se ha convertido en pan».
Aquella mujer había experimentado la transformación de un pasado de vicio en una vida de paz, alegría y prosperidad. Su familia también había vivido un cambio y desde entonces el Espíritu Santo había obrado en ellos cosas maravillosas. La Biblia presenta numerosos casos de personas que fueron transformadas por ese milagro renovador que produce la presencia de Cristo en el corazón. Entre ellos se encuentra el de una muchacha cuyo nombre no conocemos, pero de la que se dice que tenía un espíritu de adivinación. Sus conciudadanos creían en las habilidades sobrenaturales que esta muchacha tenía y sus alaridos eran recibidos como oráculos, cosa que aprovechaban sus amos para obligarla a responder a todos los que le hacían preguntas.
Aunque el registro bíblico no comenta más acerca del cambio efectuado en ella después de que Pablo, por el poder de Jesús, expulsara fuera a los demonios que la poseían, es difícil pensar que se le hubiera permitido volver a la ignorancia y a la incredulidad. Se cree que se hizo cristiana y que encontró albergue con las mujeres que colaboraban con el apóstol. Lo cierto es que, una vez libre, pertenecía a Cristo.
Sí, Cristo puede y quiere efectuar grandes cambios en tu vida y en la mía. No importa el lugar donde estemos. Si te encuentras con él, deja que su poder te trasforme. Entonces podrás ser una nueva criatura, porque si alguno está en Cristo, nueva criatura es (ver 2 Cor. 5: 17).
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera