¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! Dense cuenta de que los antepasados de esta gente trataron así a los falsos profetas (Lucas 6: 26).
El paladar humano distingue unos pocos sabores fundamentales: salado, dulce, ácido, amargo... y umami. Este último es difícil de definir. Es el sabor proteínico que añade cuerpo a los alimentos, que encuentras, por ejemplo, en la sopa de pollo, la leche materna, la salsa de soya, los champiñones y en el tomate cocido. Hace casi treinta años, las empresas de manufactura de alimentos procuraban producir el alimento con el sabor perfecto. Una comida que gustara a todos los paladares. Pero finalmente se dieron cuenta de que eso no existe. De alguna manera todos somos diferentes y el éxito para la industria alimentaria consiste en tener una variedad apropiada de productos para satisfacer los diversos gustos de sus clientes. Como resultado, en los supermercados puedes encontrar una gran variedad de sabores y texturas para el mismo tipo de alimentos.
Existe, curiosamente, una salsa de tomate que ha logrado mezclar e incluir en más o menos concentraciones iguales los cinco sabores fundamentales para el paladar humano: es salada, dulce, acida y amarga al mismo tiempo. Por supuesto, también tiene una cantidad apropiada de sabor umami. En cierta manera les da a todos algo de lo que quieren recibir.
La vida cristiana no puede ser, sin embargo, como esta salsa de tomate. Un cristiano no puede satisfacer a todas las personas con quienes convive. De acuerdo con el Antiguo Testamento, una característica de los falsos profetas es que tratan de complacer a todos los oídos (Isa. 30: 9-11; Miq. 2:11; Jer. 5:31; 23:16,17). Jesús, por ejemplo, era perfecto; sin embargo, no todos lo admiraban. Jesús era totalmente bueno; sin embargo, no todos lo amaban. ¿Por qué hubo personas que no pudieron amar a Jesús, siendo él tan bueno? Sencillamente porque los que aman el mal odian a la luz (Juan 3: 20). La sola presencia del bien reprocha la maldad y el error. Esta es la raíz de toda persecución.
No te preocupes si no les caes bien a todas las personas. Debes tener cuidado de hacer siempre lo correcto y hacerlo con amabilidad, así como Cristo lo hacía, pero no esperes que todos te amen. Lo importante es que Dios te dé su aprobación. Busca la sonrisa de Dios.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez