jueves, 7 de julio de 2011

UNA ESTATUA DE SAL

Como él se demoraba, los varones los asieron de la mano, a él, a su mujer y a sus dos hijas, según la misericordia de Jehová para con él; lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad (Génesis 19. 16).

En este relato bíblico aparecen tres mujeres cuyos nombres no conocemos, pero de las cuales podemos aprender grandes lecciones para el día de hoy. Lot era sobrino de Abraham y había aprendido de este grandes valores morales, pero desgraciadamente no contaba con una esposa leal a los principios divinos. Aunque la Biblia también registra los errores cometidos por Sara, esposa de Abraham, existe una diferencia abismal entre estas dos mujeres.
Cuando Abraham dio a su sobrino la oportunidad de escoger entre la llanura y las montañas, lo más probable es que las mujeres de ambos también influyeran sobre la decisión. Por lo visto, Sara era una mujer humilde que pensaba más en el bienestar de su esposo que en el suyo propio. Además, las bendiciones espirituales eran de. vital importancia para ella. Sin embargo, la esposa de su sobrino político vio en la llanura una oportunidad de prosperar.
Ambas cosecharon lo que sembraron. La vida de Sara estuvo llena de altibajos gracias a los cuales Dios pudo obrar su propósito en ella. Tras la muerte de esta gran mujer, su esposo e hijo la lloraron. Sin embargo, la historia de la esposa de Lot es completamente distinta. Se identificó tanto con el paganismo que dejó cautivo en él su corazón y los de sus hijas. El dramático final que tuvo esta mujer fue resultado de su deseo de parecerse al mundo. Sus hijas cayeron bajo la condenación del incesto convirtiéndose en las progenituras de naciones enemigas del pueblo de Dios.
Cada día tú vas escribiendo las páginas de tu destino. Dios te ha llamado para algo especial, pero tienes que tomar tus propias decisiones. O te identificas con el mundo, o te consideras peregrina y extranjera, en camino hacia tu verdadera patria. No tienes por qué terminar convertida en estatua de sal. Dios tiene una corona de gloria para ti. ¿Qué decisiones tomarás?
El corazón hace nido donde se aloja la mirada.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

NO LO PRUEBES

¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente. 2 Corintios 6:16.

Una hermana de iglesia me pidió hace un tiempo que visitara a un enfermo para orar por su salud. Al ingresar en su cuarto, conocí a Mario, un hombre que aparentaba tener unos 55 años. Cuando supe que había sufrido un paro cardíaco, confirmé mi presunción acerca de su edad. Pero no pude ocultar mi sorpresa cuando escuché de sus labios que tenía tan solo 39 años. ¿Cómo era posible que su aspecto fuera el de un hombre mucho mayor? Al continuar nuestra conversación, encontré la respuesta. A los catorce años de edad probó por primera vez una droga alucinógena, y a partir de ese momento fue drogadicto durante once años. En esa etapa de su vida conoció a una mujer que luego sería su esposa, y ella lo animó a que se internara en un centro de rehabilitación para abandonar definitivamente su adicción. Después de dos años de internación, lo logró, y hasta consiguió trabajo en ese mismo centro de rehabilitación. Pero las secuelas que las drogas dejaron en todo su ser eran más que evidentes: con 39 años tenía la apariencia física de un hombre mucho mayor; y aunque conservaba los mismos deseos de vivir que cualquier otra persona, sus fuerzas estaban desgastadas y consumidas.
Mientras regresaba a mi hogar, me preguntaba si alguien alguna vez le habría dicho a Mario cuando aún era muy joven: "Cuidado, no lo pruebes". No sin angustia, Elena G. de White escribió: "¡Cuántos jóvenes han malgastado en insensateces y disipación la fuerza que Dios les ha dado! ¡Cuántas historias dolorosas recuerdo de jóvenes que, por entregarse a hábitos viciosos, han llegado a ser mental, moral y físicamente náufragos humanos! Sus organismos están arruinados, y la utilidad de su vida grandemente menoscabada por haberse entregado a placeres ilícitos" (Mensaje para los jóvenes, p. 19).
La triste historia de Mario no tiene por qué repetirse nuevamente. La adolescencia y la juventud son etapas de grandes decisiones, así que procura elegir con sabiduría, guiándote por los principios divinos. No accedas ni siquiera una vez a probar lo que podría dañarte. Dios te dio la libertad para que la uses con inteligencia, para que vivas sano y seas feliz.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

TIEMPO DE GUARDAR

Tiempo de buscar y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar. Eclesiastés 3:6.

La sorpresiva tormenta los obligó a detener el vehículo por unos momentos; fue lo que pensaron al principio. Esos momentos se transformaron en horas; dieciocho, exactamente. Tiempo suficiente para sentir hambre y sed, cansancio y frío.
No estaban preparados para enfrentar aquel accidente; nadie se prepara para los accidentes. Uno se prepara para enfrentar los momentos duros cuando estos aparecen. Pero, esos muchachos tampoco estaban preparados para eso.
A medida que el tiempo fue avanzando, el hambre comenzó a atormentarlos. Buscaron qué comer en sus maletas, pero no hallaron nada. Entonces, vino a su memoria aquellas galletas que habían echado a la basura en el último puesto de gasolina. En aquel momento, pensaron que no necesitarían de unas simples galletas: acababan de comer y estaban satisfechos.
Desechar cuando es tiempo de guardar puede resultar fatal; mientras viajaban, no era tiempo de desechar. Ellos lo descubrirían en breve; y tendrían bastante tiempo para arrepentirse.
El versículo de hoy habla del tiempo. Hay tiempo de guardar. La juventud es tiempo de guardar; hay un muy largo camino por delante. No es hora de desechar las galletas que pueden faltar mañana.
Frecuentemente, encuentro personas que ya entraron en el otoño de la vida. Con tristeza, se preguntan: "¿Qué hice con mi juventud?" La desperdiciaron; creyeron que nunca iba a acabar y un día cualquiera despertaron a la realidad. La juventud se había ido; la nieve del invierno bañaba la cabeza... y ya era tarde.
Cada día que despunta en el horizonte es la sonrisa de Dios, que te dice: "Hijo, te doy una página en blanco. Escribe hoy una linda historia. Aprovecha las oportunidades. Perdona. No pierdas el tiempo cultivando sentimientos que te envenenan el alma".
¿Qué tienes para "ahorrar" hoy? Economiza agua, energía eléctrica; economiza tiempo... Aprovecha tu juventud a fin de guardar el pan que comerás en tu vejez. Y sal, para afrontar los desafíos de este día, seguro de que estás en los brazos de Jesús. ¡Ah! Y no olvides que todo tiene su tiempo: "Tiempo de buscar y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón