Aconteció en aquellos días que se promulgó un edicto de parte de Augusto Cesar, que todo el mundo fuera empadronado, (Lucas 2:1)
A través de la historia muchos han sido los hombres que han intentado ocupar el lugar de Dios imponiendo cruelmente su voluntad sobre aquellos más frágiles. María, la madre de Jesús, vivía bajo la opresión de un gobierno férreo contra el cual el pueblo israelita acumulaba rebeldía, resentimiento y odio. Pero ella conservaba un espíritu paciente gracias a la esperanza en la venida del Mesías.
Sumergida estaba en su mundo interior cuando fue interrumpida por la luz sobrenatural de la presencia de un ángel que la saludaba como si de una reina se tratara. María no estaba familiarizada con ese trato, pero su turbación aumentó cuando escuchó el mensaje celestial: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios» (Luc. 1:35). Era imposible entender lo que estaba ocurriendo, pero la fe de esta gran mujer no radicaba en su capacidad de raciocinio, sino en su disposición a aceptar el mensaje celestial.
Hasta nosotras llegan las injusticias de un mundo gobernado por seres humanos sujetos a errores y tentaciones. Pero en medio de tanta confusión se escucha la voz suave del mensajero celestial que nos saluda con amor, consideración y respeto. Sí es la voz divina la que detiene la rutina ensordecedora de la vida y nos lleva a esferas superiores. ¿Puedes entender lo que te comunica el ángel que llega hasta ti en el silbo suave de la brisa, en el bullicio incontrolable de tus hijos, en el abrazo de un amigo, en el simple titilar de las estrellas o en la lluvia refrescante? ¿Queda tu alma extasiada frente a la majestuosidad del Sol cuando descorre el velo nocturno para abrirse paso envuelto siempre en una ráfaga impresionante de colores?
Hay mucho que escuchar. No son solo las palabras injustas las que llegan a tus oídos. Hoy, por la gracia divina, escucha la voz de Dios. El tiene algo maravilloso que decirte. Su mensaje es de paz, comprensión y amor.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
A través de la historia muchos han sido los hombres que han intentado ocupar el lugar de Dios imponiendo cruelmente su voluntad sobre aquellos más frágiles. María, la madre de Jesús, vivía bajo la opresión de un gobierno férreo contra el cual el pueblo israelita acumulaba rebeldía, resentimiento y odio. Pero ella conservaba un espíritu paciente gracias a la esperanza en la venida del Mesías.
Sumergida estaba en su mundo interior cuando fue interrumpida por la luz sobrenatural de la presencia de un ángel que la saludaba como si de una reina se tratara. María no estaba familiarizada con ese trato, pero su turbación aumentó cuando escuchó el mensaje celestial: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios» (Luc. 1:35). Era imposible entender lo que estaba ocurriendo, pero la fe de esta gran mujer no radicaba en su capacidad de raciocinio, sino en su disposición a aceptar el mensaje celestial.
Hasta nosotras llegan las injusticias de un mundo gobernado por seres humanos sujetos a errores y tentaciones. Pero en medio de tanta confusión se escucha la voz suave del mensajero celestial que nos saluda con amor, consideración y respeto. Sí es la voz divina la que detiene la rutina ensordecedora de la vida y nos lleva a esferas superiores. ¿Puedes entender lo que te comunica el ángel que llega hasta ti en el silbo suave de la brisa, en el bullicio incontrolable de tus hijos, en el abrazo de un amigo, en el simple titilar de las estrellas o en la lluvia refrescante? ¿Queda tu alma extasiada frente a la majestuosidad del Sol cuando descorre el velo nocturno para abrirse paso envuelto siempre en una ráfaga impresionante de colores?
Hay mucho que escuchar. No son solo las palabras injustas las que llegan a tus oídos. Hoy, por la gracia divina, escucha la voz de Dios. El tiene algo maravilloso que decirte. Su mensaje es de paz, comprensión y amor.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera