lunes, 1 de abril de 2013

ÁRBOLES DE TALLARINES


Lugar: Inglaterra 
Palabra de Dios: Génesis 3:4

En 1957, la BBC (British Broadcasting Company) sacó al aire la siguiente noticia: Richard Dimbleby, un conocido presentador, informó que la cosecha anual de tallarines en Ticino, en el límite entre Italia y Suiza, había sido un éxito. Muchas personas habían participado de la cosecha, recogiendo hebras de tallarines de los árboles de tallarines y poniéndolas a secar.
¿Tallarines creciendo en árboles? ¿De qué estaba hablando Dimbleby? La noticia, en realidad, era una broma del Día de los Inocentes. Muchos de los telespectadores disfrutaron del chiste, mientras que otros se quejaron de que no deberían hacerse bromas en programas serios. Pero, créanlo o no, la emisora recibió numerosas cartas de espectadores que pedían más detalles acerca de cómo podían asistir al festival de cosecha el año siguiente. Dimbleby los había engañado, haciéndoles creer algo que no era cierto.
Hace unos seis mil años, alguien engañó a dos personas haciéndoles creer una falsedad; pero, con consecuencias mucho más serias. Génesis 3 nos cuenta la historia. Dios creó el Jardín del Edén para Adán y para Eva. Les dijo que podían comer del fruto de cualquier árbol, excepto el del árbol del conocimiento del bien y del mal. Si comían ese fruto, morirían.
Satanás se acercó a Eva, disfrazado como serpiente.
-No morirán -le dijo.
Eva le creyó a la serpiente, despreciando la palabra de Dios. Comió del fruto y también le dio a Adán. Ese fue el comienzo del pecado en nuestro mundo. Dios podría haber dejado que murieran, pero los amaba tanto que les prometió un Salvador.
Siempre necesitamos recordar tres cosas: 1. La palabra de Dios es verdad; 2. Cuando despreciamos la verdad, somos engañados con mentiras; 3. No importa lo que ocurra, Dios nos ama y quiere salvarnos.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

HERIDAS DE GUERRA


Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús. Romanos 8:37-39.


En 1982, la reina Isabel II concedió el prestigioso título de Sir al piloto de aviación Douglas Bader, el primer hombre que no hizo la genuflexión ante la monarca, pues le habían amputado las dos piernas como consecuencia de un accidente aéreo anterior a la Segunda Guerra Mundial. A pesar de ello, combatió provisto de dos prótesis artificiales; sus hazañas, llenas de valor y gallardía, lo mantuvieron cumpliendo el deber hasta las últimas consecuencias. Ya anciano, se dedicó a visitar heridos de guerra para darles ánimo y esperanza.
Nosotras, las «guerreras de Dios», nos encontramos hoy en el campo de batalla del mundo, librando la lucha entre el bien y el mal. A veces la refriega es tan intensa que recibimos heridas, algunas de muerte. Tales heridas recibidas en combate posiblemente han sanado con el paso del tiempo, pero dejado tremendas y profundas cicatrices que aún producen dolor. Si has salido vencedora, no te avergüences de ellas, pues dan testimonio de que, con nuestro capitán Cristo Jesús al frente, podemos obtener la victoria. Las cicatrices de guerra están ahí para recordarte que Dios estuvo, está y estará siempre contigo.
La batalla de la vida es constante y permanente, y llegará a su fin solamente cuando el Soberano del universo levante su diestra y diga: «Todo se ha cumplido». Mientras el tiempo dura lidiemos con valor, seguras de que Dios dirigirá nuestro avance si nos revestimos con su poder. Claro, tampoco perdamos de vista el hecho de que son muchas las mujeres que militan en el ejército de Dios y están dispuestas a brindarte apoyo, consejo y esperanza.
Criar hijos, hacer prosperar el matrimonio, administrar el hogar, mantener la pureza en un mundo envilecido con toda clase de inmundicias, son algunas de las luchas que hemos de afrontar las mujeres de Dios. Recordemos que nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza (ver Efe. 6:12-13).
¡Tengamos ánimo, el Señor está con nosotras!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

CADA CUAL SU ESPECIALIDAD


Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto (Mateo 5:48).

Uno de los temas más espinosos para los jóvenes tiene que ver con la perfección. ¿De verdad espera Dios que seamos perfectos? Pues así lo dice la Biblia. Pero no te angusties. Solo a través del poder de Dios obrando dentro de nosotros podemos alcanzar esos ideales, que son más altos que el más elevado pensamiento humano.
El pastor Leo Van Dolson, cuenta: «Un joven vendedor de aceite vivía en el Japón feudal. Al pasar un día junto a un antiguo almacén, el vendedor escuchó sonidos extraños que salían de ahí. Espió a través de una rendija de la pared y quedó fascinado con lo que vio. Unos jóvenes samurai estaban lanzando flechas a un blanco. La razón por la que lo hacían bajo techo es porque apenas estaban aprendiendo a tirar con el arco y no querían que otros vieran cuántas veces erraban el blanco.
»El vendedor no pudo menos que soltar una carcajada al ver sus errores de principiantes. Los samurai lo oyeron, salieron y lo atraparon entre todos.
»—¿Así que te estás riendo de nosotros? —le gritaron—. Si piensas que puedes hacerlo mejor, hazlo; si no, te daremos tu merecido por faltarnos al respeto.
»El vendedor tuvo que pensar rápido.
»—En realidad —les dijo—, nunca he tirado una flecha, tirar al blanco no es mi especialidad, pero puedo hacer algo que es mi especialidad. Algo que ustedes no pueden hacer.
»Sacando una moneda antigua, que tenía un orificio cuadrado en el centro, sacó un frasco de aceite, lo sostuvo con una mano en alto y luego vació el contenido en un finísimo hilo de aceite a través del hoyo, sin tirar una gota.
»Los samurai, asombrados, lo dejaron ir».
Cada cual su especialidad, ¿verdad? No todos tenemos que cumplir las mismas áreas. Por eso Dios nos dio dones. En el caso de la perfección, el Señor espera que seamos perfectos en nuestra esfera como él lo es en la suya. Nosotros nos movemos en el ámbito terrenal, él en el celestial. En realidad, el cielo espera que demos nuestro mayor esfuerzo en las diversas actividades que llevamos a cabo. Asimismo, Dios no espera los mismos resultados de todos, aunque sí espera el mismo esfuerzo.
Nuestra principal especialidad ha de ser imitar a Cristo. ¿Lo estás imitando día a día?

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

LA GRAN CENA



Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Ya la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo esta preparado. Lucas 14:16,17 (lea Lucas 14:16-24).


Esta parábola representa correctamente la condición de muchos de los que profesan creer la verdad presente. El Señor les ha enviado una invitación a venir a la cena que él ha preparado para ellos con gran costo de su parte, pero los intereses mundanales les parecen de mayor importancia que el tesoro celestial. Están invitados a participar en cosas de valor eterno, pero sus fincas, sus ganados y los intereses de su hogar les parecen de importancia tanto mayor que la obediencia a la invitación celestial, que superan para ellos toda atracción divina, y hacen de esas cosas terrenales una excusa para desobedecer el mandato celestial: "Venid, que ya está todo preparado"...
Estos hombres usan como excusa por no poder obedecer los requerimientos de la verdad, las mismas bendiciones que Dios les dio con el fin de probarlos para ver si darán "lo que es de Dios, a Dios". Abrazan sus tesoros terrenales y dicen: "Debo cuidarlos; no debo descuidar las cosas de esta vida; son mías". De este modo el corazón de esos hombres se ha endurecido como el camino trillado...
Su corazón está tan cubierto de espinas y de los cuidados de esta vida, que las cosas celestiales no pueden hallar cabida en él. Jesús invita a los cansados y cargados, y les promete descanso si quieren acudir a él... Él quiere que ellos pongan a un lado las pesadas cargas de las congojas y las perplejidades mundanales y tomen su yugo de abnegación y sacrificio por los demás. Esta carga les resultará fácil. Los que se niegan a aceptar el alivio que Cristo les ofrece, y continúan llevando el amargo yugo del egoísmo imponiendo a sus almas tareas sumamente pesadas según los planes que hacen para acumular dinero para la complacencia egoísta, no han experimentado la paz y el descanso que se hallan en llevar el yugo de Cristo y las cargas de la abnegación y la benevolencia desinteresada que Cristo llevó en su favor...
Hay almas por las cuales Cristo murió, que podrían salvarse por sus esfuerzos personales y ejemplo piadoso... Pero la luz preciosa queda oculta bajo el almud y no alumbra a los que están en la casa.— Review and Herald, 25 de agosto de 1874; parcialmente en Testimonios para la iglesia, tomo 3, pp. .423, 424.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White