«¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede permanecer en su santo templo? El que tiene las manos y la mente limpias de todo pecado; el que no adora ídolos ni hace juramentos falsos» (Salmo 24:3,4).
Adivina qué les piden la mayoría de las mamás a sus hijos cuando regresan a casa después de estar jugando afuera. Espera, no me lo digas todavía. ¿Qué les piden las mamas a sus hijos que hagan antes de sentarse a la mesa a comer? Ya lo sabes: que se laven las manos.
¿Sabes por qué las mamás quieren que sus hijos se laven las manos? Por las bacterias. Las bacterias son unos seres vivos tan pequeños que solo se pueden ver a través de un microscopio. Ciertas clases de bacterias pueden hacer que te enfermes. Las bacterias viven en todas partes, y puedes eliminar muchas de ellas lavándote las manos con jabón y agua tibia.
El versículo de hoy habla de manos limpias y de mente limpia. Dios, por supuesto, quiere que te laves las manos, pero en este versículo está hablando de algo diferente. Lo que significa aquí tener las manos limpias y la mente limpia es que Dios quiere que mantengamos nuestras manos y nuestro corazón lejos del mal. Él sabe el daño que puede hacernos el pecado. Cuando te laves las manos hoy, recuerda que Dios quiere que todo tu ser esté limpio por dentro y por fuera. Lava tus manos con jabón y mantén tu corazón puro permaneciendo cerca de Jesús.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush