Lugar: Ecuador
Palabra de Dios: Gálatas 2:10
Un niño pequeño estaba sentado en su pupitre, copiando con cuidado las palabras que su profesora le había escrito. “Queridos padrinos: gracias por los útiles escolares”, escribió con letra prolija. “Ahora estoy en primer grado. Mis maestros dicen que voy bien”. El niñito pertenecía a una familia pobre con muchos hijos. Porque algunas personas habían decidido ser sus padrinos, ahora él podía asistir a la escuela.
Cada tanto, el niño escribía una carta a sus padrinos, agradeciéndoles por su apoyo. Le habían enviado una foto, y él la guardaba con cuidado. Aunque vivían muy lejos, sus contribuciones generosas cada mes lo mantenían vestido y alimentado.
Si te detienes a pensarlo, probablemente te darás cuenta de cuán bendecido eres. Es fácil dar las cosas por sentadas, pero estoy segura de que encontrarás muchos chicos alrededor del mundo, incluyendo tu país, que son menos afortunados que tú.
Así que, ¿qué puedes hacer, para ayudar a un niño necesitado?
¿Cómo puedes ayudar a alguien que no tiene mucho? Quizá puedas apadrinar mensualmente a un chico. Tú iglesia y tu comunidad, tal vez, ofrezcan otras posibilidades. Busca maneras de compartir lo que tienes. Eso es lo que dice el apóstol Pablo, en el libro a los Gálatas.
“Sólo nos pidieron que nos acordáramos de los pobres, y eso es precisamente lo que he venido haciendo con esmero”.
Yo no sé lo que ocurrió con el chico de Ecuador. Pero, estoy segura de que, cuando creció, siempre recordó el amor que había recibido.
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson