No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. (1 Corintios 9:24).
Durante las Guerras Médicas del siglo V a. C. la ciudad de Atenas fue incendiada por los persas, quienes trataban de conquistarla; pero finalmente los griegos vencieron a su enemigo en la batalla de Salamina y recuperaron la ciudad. Para anunciar aquella singular hazaña, un soldado griego llamado Filipides corrió desde la ciudad de Maratón, que da nombre a la popular disciplina olímpica, hasta Atenas, entre las que hay una distancia de unos 40 km. Cuando llegó a su destino, el soldado anunció: «¡Alegraos, hemos vencido!». Pocos años después de aquella destrucción de la ciudad. Pericles ordenó reedificar el conjunto de la Acrópolis, donde se encontraban, entre otros monumentos, dos templos admirados a lo largo de la historia: el Partenón y el Erecteion. El escultor Fidias supervisó la reconstrucción.
La historia de esta ciudad, uno de los mayores centros culturales e intelectuales del mundo, es extraordinaria. Fue cuna de grandes filósofos y de la mitología, esta última sustrato de un sinfín de creencias espirituales basadas en el temor al castigo y a la furia de los dioses. Hasta el día de hoy Atenas exhibe con orgullo sus monumentos y templos. Existe un paralelismo entre su historia y el conflicto entre el bien y el mal que puede resultar muy útil para nuestra enseñanza.
En la más universal de las guerras, Satanás intentó vencer al Rey del universo. Tras su fracaso en el cielo logró conquistar el planeta Tierra, el cual está intentando incendiar desde hace milenios. Muy pronto la ciudad de David será reconstruida por unas manos de amor, y entonces la gloria perdida será recuperada y un nuevo mundo se alzará ante nosotros, de tal belleza que excede el pensamiento humano. Sin embargo, lo más importante para ti y para mí es correr, como aquel joven soldado, como soldados de Cristo que anuncian el mensaje que se nos ha confiado: «¡Alegraos, hemos vencido!». Correr, llegar, alcanzar la meta, anunciar nuestro mensaje y obtener el premio, esos son los pasos del gran desafío que tienes por delante. ¡Corre!
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Durante las Guerras Médicas del siglo V a. C. la ciudad de Atenas fue incendiada por los persas, quienes trataban de conquistarla; pero finalmente los griegos vencieron a su enemigo en la batalla de Salamina y recuperaron la ciudad. Para anunciar aquella singular hazaña, un soldado griego llamado Filipides corrió desde la ciudad de Maratón, que da nombre a la popular disciplina olímpica, hasta Atenas, entre las que hay una distancia de unos 40 km. Cuando llegó a su destino, el soldado anunció: «¡Alegraos, hemos vencido!». Pocos años después de aquella destrucción de la ciudad. Pericles ordenó reedificar el conjunto de la Acrópolis, donde se encontraban, entre otros monumentos, dos templos admirados a lo largo de la historia: el Partenón y el Erecteion. El escultor Fidias supervisó la reconstrucción.
La historia de esta ciudad, uno de los mayores centros culturales e intelectuales del mundo, es extraordinaria. Fue cuna de grandes filósofos y de la mitología, esta última sustrato de un sinfín de creencias espirituales basadas en el temor al castigo y a la furia de los dioses. Hasta el día de hoy Atenas exhibe con orgullo sus monumentos y templos. Existe un paralelismo entre su historia y el conflicto entre el bien y el mal que puede resultar muy útil para nuestra enseñanza.
En la más universal de las guerras, Satanás intentó vencer al Rey del universo. Tras su fracaso en el cielo logró conquistar el planeta Tierra, el cual está intentando incendiar desde hace milenios. Muy pronto la ciudad de David será reconstruida por unas manos de amor, y entonces la gloria perdida será recuperada y un nuevo mundo se alzará ante nosotros, de tal belleza que excede el pensamiento humano. Sin embargo, lo más importante para ti y para mí es correr, como aquel joven soldado, como soldados de Cristo que anuncian el mensaje que se nos ha confiado: «¡Alegraos, hemos vencido!». Correr, llegar, alcanzar la meta, anunciar nuestro mensaje y obtener el premio, esos son los pasos del gran desafío que tienes por delante. ¡Corre!
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera