Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. (Romanos 6:11).
Según el Diccionario de la Real Academia la palabra «renovar» significa «hacer como de nuevo algo, o volverlo a su primer estado». Por lo tanto una persona «renovada» es una persona que ha vuelto a ser hecha de nuevo, que ha regresado a su estado primitivo. Ese es el método que emplea Dios para salvar a sus hijos: nos cambia, nos transforma, nos convierte en nuevas criaturas. Cuando él nos renueva dejamos de ser lobos para convertirnos en ovejas de verdad, no solo de apariencia. Como la oruga, sufrimos una metamorfosis completa para convertirnos en mariposas libres y de carácter simétrico y hermoso.
¿Te das cuenta de cómo Dios nos va llevando peldaño a peldaño por la escalera que conduce a la vida eterna? El primer paso fue la obtención de un corazón nuevo; el segundo, la de un espíritu nuevo, y por último el Señor nos dice que ahora estamos «vivos para Dios», es decir, que vivimos en la vida que él nos ofrece. Mientras nuestro corazón permanece endurecido no podemos acudir a Jesús, y por consiguiente él no puede hacer ningún cambio en nuestras vidas. Así que necesitamos pasar por el quirófano divino para que, después de haber obtenido un corazón dócil, podamos recibir la obra renovadora del Espíritu, que realmente transformará nuestras vidas.
No pienses que debes esperar a ser buena por ti misma para ir a Dios y pedirle que te dé la vida eterna. La vida eterna ya te pertenece. Cristo te la dio en la cruz del Calvario, donde garantizó nuestra salvación. Me siento feliz porque desde ahora puedo disfrutar de esa vida plena que él me ofreció a tan alto precio.
¿Te agobia pensar que no estás preparada para recibir la vida eterna? Pues sube los dos peldaños que te separan de ella. Entrega tu corazón al Médico divino. Él puede transformarlo mediante la cirugía de su amor e inmediatamente colocar en ti su Espíritu renovador.
«El que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida» (Juan 5: 24).
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Según el Diccionario de la Real Academia la palabra «renovar» significa «hacer como de nuevo algo, o volverlo a su primer estado». Por lo tanto una persona «renovada» es una persona que ha vuelto a ser hecha de nuevo, que ha regresado a su estado primitivo. Ese es el método que emplea Dios para salvar a sus hijos: nos cambia, nos transforma, nos convierte en nuevas criaturas. Cuando él nos renueva dejamos de ser lobos para convertirnos en ovejas de verdad, no solo de apariencia. Como la oruga, sufrimos una metamorfosis completa para convertirnos en mariposas libres y de carácter simétrico y hermoso.
¿Te das cuenta de cómo Dios nos va llevando peldaño a peldaño por la escalera que conduce a la vida eterna? El primer paso fue la obtención de un corazón nuevo; el segundo, la de un espíritu nuevo, y por último el Señor nos dice que ahora estamos «vivos para Dios», es decir, que vivimos en la vida que él nos ofrece. Mientras nuestro corazón permanece endurecido no podemos acudir a Jesús, y por consiguiente él no puede hacer ningún cambio en nuestras vidas. Así que necesitamos pasar por el quirófano divino para que, después de haber obtenido un corazón dócil, podamos recibir la obra renovadora del Espíritu, que realmente transformará nuestras vidas.
No pienses que debes esperar a ser buena por ti misma para ir a Dios y pedirle que te dé la vida eterna. La vida eterna ya te pertenece. Cristo te la dio en la cruz del Calvario, donde garantizó nuestra salvación. Me siento feliz porque desde ahora puedo disfrutar de esa vida plena que él me ofreció a tan alto precio.
¿Te agobia pensar que no estás preparada para recibir la vida eterna? Pues sube los dos peldaños que te separan de ella. Entrega tu corazón al Médico divino. Él puede transformarlo mediante la cirugía de su amor e inmediatamente colocar en ti su Espíritu renovador.
«El que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida» (Juan 5: 24).
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera