Entonces Jesús dijo: «Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de los cielos» (Mateo 19:14)
Aunque no sabemos quiénes llevaron a los niños ante Jesús, siempre he pensado que había madres que presentes, que deseaban que el Maestro bendijera a sus hijos. Para los padres siempre es importante que sus hijos reciban la bendición divina.
Recuerdo que la presentación de mis hijos ante la iglesia fue una ocasión muy especial. Compuse cantos de alabanza y gratitud por la forma en que Dios había traído una nueva vida al mundo. Sobre todo deseábamos que el Señor los tomara en sus manos y los ayudara a conducirse en medio de un mundo hostil. Esa, como madre, ha sido mi mayor preocupación. En este mundo puedo pasar por muchas dificultades económicas, físicas y emocionales, pero si mis hijos entran en la Canaán celestial, todo habrá valido la pena.
Los hijos son una bendición celestial, pero al mismo tiempo una responsabilidad más que humana. No se trata de vestirlos y calzarlos como si fueran un maniquí, ni siquiera de alimentarlos. Educarlos solo es posible con la ayuda divina obtenida mediante mucha oración. Cada persona es un mundo y hay que respetar el libre albedrío que Dios le ha dado, pero al mismo tiempo hemos de luchar contra la violenta corriente del libertinaje y de la complacencia del yo.
Orientar a nuestros hijos en el camino correcto no significa que nos convirtamos en policías con garrote, más bien nos constituye en maestros que aman y enseñan sin recibir nada a cambio. Estas madres y padres que llevaron sus hijos al Salvador colocaron en él todas sus expectativas. Deseaban que el divino Maestro les mostrara que no estaban solos ante tan difícil misión.
Cuando traes hijos al mundo, también necesitas la seguridad de que no estarás sola. El ser humano puede fallar, quizás el padre de tu hijo pueda abandonarte, o tu familia darte la espalda, o la sociedad cerrarte las puertas por ser madre soltera, pero recuerda que Dios recibe a tus hijos. Él es la fuente de sabiduría que necesitas para que sus vidas den frutos en el futuro.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Aunque no sabemos quiénes llevaron a los niños ante Jesús, siempre he pensado que había madres que presentes, que deseaban que el Maestro bendijera a sus hijos. Para los padres siempre es importante que sus hijos reciban la bendición divina.
Recuerdo que la presentación de mis hijos ante la iglesia fue una ocasión muy especial. Compuse cantos de alabanza y gratitud por la forma en que Dios había traído una nueva vida al mundo. Sobre todo deseábamos que el Señor los tomara en sus manos y los ayudara a conducirse en medio de un mundo hostil. Esa, como madre, ha sido mi mayor preocupación. En este mundo puedo pasar por muchas dificultades económicas, físicas y emocionales, pero si mis hijos entran en la Canaán celestial, todo habrá valido la pena.
Los hijos son una bendición celestial, pero al mismo tiempo una responsabilidad más que humana. No se trata de vestirlos y calzarlos como si fueran un maniquí, ni siquiera de alimentarlos. Educarlos solo es posible con la ayuda divina obtenida mediante mucha oración. Cada persona es un mundo y hay que respetar el libre albedrío que Dios le ha dado, pero al mismo tiempo hemos de luchar contra la violenta corriente del libertinaje y de la complacencia del yo.
Orientar a nuestros hijos en el camino correcto no significa que nos convirtamos en policías con garrote, más bien nos constituye en maestros que aman y enseñan sin recibir nada a cambio. Estas madres y padres que llevaron sus hijos al Salvador colocaron en él todas sus expectativas. Deseaban que el divino Maestro les mostrara que no estaban solos ante tan difícil misión.
Cuando traes hijos al mundo, también necesitas la seguridad de que no estarás sola. El ser humano puede fallar, quizás el padre de tu hijo pueda abandonarte, o tu familia darte la espalda, o la sociedad cerrarte las puertas por ser madre soltera, pero recuerda que Dios recibe a tus hijos. Él es la fuente de sabiduría que necesitas para que sus vidas den frutos en el futuro.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera