Y si alguien le pregunta: ¿Por qué tienes esa heridas en las manos?, el responderá: Son las heridas que me hicieron en casa de mis amigos. (Zacarías 13:6).
Considero que las manos son uno de los medios por los cuales Dios puede hacer grandes cosas a través de nosotros. Cuando contemplo unas manos arrugadas y marcadas por el paso de los años me pregunto cuando habrán hecho a favor de los demás. Quizás han lavado mucha ropa para que sus hijos pudieran estudiar, o han recibido golpes y heridas al realizar trabajos duros.
¿Recuerdas la historia de amor de aquellas manos que quedaron grabadas para la historia bajo el pincel de Alberto Durero? Detrás de cada persona hay unas manos que surcan huellas de amor. Hoy, deseando honrar a mi padre en el día de su cumpleaños, comparto contigo un fragmento de esta canción: «Tus manos, querido papito, / tus manos de amor y ternura, / le pido a Dios las bendiga / y haga tus manos benditas».
Pero no son solo las manos de mis padres las que tienen huellas de amor por mí. Hay otras manos que llevan las marcas del sacrificio. Esas manos, las más maravillosas, las más amorosas, las más sacrificadas, fueron clavadas en la cruz del Calvario para que yo pudiera disfrutar la vida eterna, y para que tú, ahí donde estas, creyente o no, marginada por la sociedad o disfrutando de un buen estatus, perteneciente a cualquier raza, cultura o nación, libre u oprimida, puedas disfrutar la eternidad y ser completamente feliz.
En un terrible incendio se podía apreciar desde la calle a un niño situado junto a la ventana superior del edificio, pidiendo auxilio. Mientras abajo solo había espectadores emitiendo juicios y opiniones, un hombre decidió subir por un tubo sumamente caliente para rescatar al pequeño. Cuando este estuvo a salvo, se inicio un juicio en el que se presentó aquel hombre que ocultaba bajo las vendas las profundas cicatrices de las quemaduras que había sufrido al salvar al niño. Cicatrices que le otorgaron la tutela del pequeño.
Las manos de tu Salvador también conservan cicatrices que son testigos de tu rescate. Contempla agradecida esas cicatrices y llámalo «Padre». Las cicatrices de las manos dc Cristo llevan tu nombre.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Considero que las manos son uno de los medios por los cuales Dios puede hacer grandes cosas a través de nosotros. Cuando contemplo unas manos arrugadas y marcadas por el paso de los años me pregunto cuando habrán hecho a favor de los demás. Quizás han lavado mucha ropa para que sus hijos pudieran estudiar, o han recibido golpes y heridas al realizar trabajos duros.
¿Recuerdas la historia de amor de aquellas manos que quedaron grabadas para la historia bajo el pincel de Alberto Durero? Detrás de cada persona hay unas manos que surcan huellas de amor. Hoy, deseando honrar a mi padre en el día de su cumpleaños, comparto contigo un fragmento de esta canción: «Tus manos, querido papito, / tus manos de amor y ternura, / le pido a Dios las bendiga / y haga tus manos benditas».
Pero no son solo las manos de mis padres las que tienen huellas de amor por mí. Hay otras manos que llevan las marcas del sacrificio. Esas manos, las más maravillosas, las más amorosas, las más sacrificadas, fueron clavadas en la cruz del Calvario para que yo pudiera disfrutar la vida eterna, y para que tú, ahí donde estas, creyente o no, marginada por la sociedad o disfrutando de un buen estatus, perteneciente a cualquier raza, cultura o nación, libre u oprimida, puedas disfrutar la eternidad y ser completamente feliz.
En un terrible incendio se podía apreciar desde la calle a un niño situado junto a la ventana superior del edificio, pidiendo auxilio. Mientras abajo solo había espectadores emitiendo juicios y opiniones, un hombre decidió subir por un tubo sumamente caliente para rescatar al pequeño. Cuando este estuvo a salvo, se inicio un juicio en el que se presentó aquel hombre que ocultaba bajo las vendas las profundas cicatrices de las quemaduras que había sufrido al salvar al niño. Cicatrices que le otorgaron la tutela del pequeño.
Las manos de tu Salvador también conservan cicatrices que son testigos de tu rescate. Contempla agradecida esas cicatrices y llámalo «Padre». Las cicatrices de las manos dc Cristo llevan tu nombre.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera