Lugar: Colorado, EE.UU.
Palabra de Dios: Lucas 16:10.
Ojalá no tuviéramos que estudiar para esta prueba -se quejó Becky* mientras hojeaba su libro de texto-. ¿A quién le importa Shakespeare?
Su amiga Alicia* dio una mirada a su alrededor, antes de responderle, con voz sigilosa:
-Bueno, en realidad, no necesitamos estudiar... si entiendes lo que quiero decir. Vi a la señorita Collins* guardando la hoja de respuestas esta mañana. La deslizó en el último cajón de su archivo. ¿Qué te parece?
Becky la miró, sorprendida.
-¡Pero eso sería hacer trampa!
-¿Y qué? Es solo un tonto examen de inglés. No es como que estuviéramos robando un banco o algo por el estilo. Confía en mí, nadie se enterará.
Becky, finalmente, estuvo de acuerdo en seguir ese plan. Se sacaron un "Excelente" de manera muy fácil, y nadie descubrió que habían hecho trampa en la prueba. Pero, Becky no pudo olvidar lo sucedido. Pasaron los años. Las dos chicas terminaron la enseñanza media. Becky se casó y tuvo hijos, y luego nietos. Pero, el recuerdo no se le borraba de la mente.
Finalmente, 47 años más tarde, Becky decidió que debía hacer algo sobre el tema. Escribió una carta al director del colegio, confesando lo que había hecho. "Sé que no marca ninguna diferencia ahora", escribió ella, "excepto que esto puede evitar que algún alumno haga trampa, y lo ayude a ser honesto. La conciencia nunca te deja olvidar. Dios tiene perdón, y yo lo he recibido; pero sentía, igualmente, que debía confesarlo al colegio".
¡Qué lección podemos aprender del error de Becky! Engañar está mal, aun cuando no nos descubran. Una conciencia limpia es el mejor camino. Al fin y al cabo, "el que es honrado en lo poco, también lo será en lo mucho; y el que no es íntegro en lo poco, tampoco lo será en lo mucho".
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson