Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová. (Génesis 6:18).
«Gracia» es una palabra muy utilizada en la Biblia para hacer referencia al favor divino. De Ester, la joven sencilla y humilde que llegó a ser reina de Persia, se dice que halló «gracia». José, el hijo mimado, el esclavo que se convirtió en gobernador de Egipto, también halló «gracia». Jesús, el Dios Eterno, el humilde bebé que dormía en un pesebre, también halló «gracia». ¿Por qué estos y otros personajes bíblicos hallaron «gracia» ante los hombres y especialmente, ante Dios? Porque la sencillez y la humildad caracterizaron sus vidas, preparándolos para el triunfo.
Entre los materiales que podemos emplear para la construcción de un carácter sólido y equilibrado no debe figurar nunca el orgullo. Desde bien pequeño, el niño debe ser instruido en el amor para contrarrestar la naturaleza pecaminosa con la que nace, que lo conducirá siempre hacia el egoísmo. Si se le complace cada capricho, de adulto será orgulloso y estará desprovisto de la «gracia» divina. Nabucodonosor es un ejemplo de esas personas que sucumben ante el orgullo. Su notable victoria le había dado la supremacía política, pero al mismo tiempo le había hecho caer en el más hondo abismo, hasta convertirse en un animal.
Debemos revisar cuidadosamente cada tabla que utilizamos para la construcción de nuestro carácter. Los insectos que destruyen incluso los árboles más robustos suelen trabajar por dentro. Así sucede con nuestro carácter. El enemigo pone en nuestro camino minúsculos insectos aparentemente inofensivos que destruyen la más colosal edificación. Pero Dios ha creado un insecticida contra esas plagas: el amor. El amor no deja que el odio, la envidia, ni los celos, entren en tu vida. Esa es la «gracia» de Dios morando en el corazón humano. Si aceptamos esa gracia, podremos construir un carácter sólido, y mantenernos firmes ante las acechanzas de Satanás.
Acude a Cristo. Él quiere y puede cambiar los rasgos negativos de carácter que has heredado de tus antepasados. No tienes excusa para no abandonarlos. El poder está en Jesús. ¡Tómalo!
Hay poder en el nombre de aquel que vivió en medio del pecado y no pecó.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
«Gracia» es una palabra muy utilizada en la Biblia para hacer referencia al favor divino. De Ester, la joven sencilla y humilde que llegó a ser reina de Persia, se dice que halló «gracia». José, el hijo mimado, el esclavo que se convirtió en gobernador de Egipto, también halló «gracia». Jesús, el Dios Eterno, el humilde bebé que dormía en un pesebre, también halló «gracia». ¿Por qué estos y otros personajes bíblicos hallaron «gracia» ante los hombres y especialmente, ante Dios? Porque la sencillez y la humildad caracterizaron sus vidas, preparándolos para el triunfo.
Entre los materiales que podemos emplear para la construcción de un carácter sólido y equilibrado no debe figurar nunca el orgullo. Desde bien pequeño, el niño debe ser instruido en el amor para contrarrestar la naturaleza pecaminosa con la que nace, que lo conducirá siempre hacia el egoísmo. Si se le complace cada capricho, de adulto será orgulloso y estará desprovisto de la «gracia» divina. Nabucodonosor es un ejemplo de esas personas que sucumben ante el orgullo. Su notable victoria le había dado la supremacía política, pero al mismo tiempo le había hecho caer en el más hondo abismo, hasta convertirse en un animal.
Debemos revisar cuidadosamente cada tabla que utilizamos para la construcción de nuestro carácter. Los insectos que destruyen incluso los árboles más robustos suelen trabajar por dentro. Así sucede con nuestro carácter. El enemigo pone en nuestro camino minúsculos insectos aparentemente inofensivos que destruyen la más colosal edificación. Pero Dios ha creado un insecticida contra esas plagas: el amor. El amor no deja que el odio, la envidia, ni los celos, entren en tu vida. Esa es la «gracia» de Dios morando en el corazón humano. Si aceptamos esa gracia, podremos construir un carácter sólido, y mantenernos firmes ante las acechanzas de Satanás.
Acude a Cristo. Él quiere y puede cambiar los rasgos negativos de carácter que has heredado de tus antepasados. No tienes excusa para no abandonarlos. El poder está en Jesús. ¡Tómalo!
Hay poder en el nombre de aquel que vivió en medio del pecado y no pecó.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera