Gozosos en la esperanza, sufridos en la tribulación, constantes en la oración. (Roanos 12:12).
En el versículo siguiente al del día de ayer el apóstol presenta otra perspectiva del amor; nos habla de ese amor que se basa en la esperanza, del cual solo puede derivar el gozo. ¿Cuál es esa esperanza que puede cambiar nuestra manera de amar? La esperanza de vivir en un mundo libre del pecado. Pero mientras gozamos de esa esperanza que se materializará en el futuro, debemos ser conscientes de que tenemos que afrontar las vicisitudes del presente, «ser sufridos en la tribulación», para lo cual contamos con el poder de la oración.
«Estad siempre gozosos» (1 Tes. 5: 16), nos dice también el apóstol Pablo. ¿Crees que en este mundo es posible que estemos siempre gozosos? ¿Es que Dios le está pidiendo que le sientas gozosa cuando tu hijo está enfermo, cuando tu familia pasa por estrecheces económicas, cuando atraviesas el desierto del adulterio o cuando te han despedido del trabajo que te proporcionaba el sustento de tu familia?
Esta exhortación parecería más bien una burla si el versículo no terminara con el antídoto para lograr ese gozo: ser «constantes en la oración». Alguien me regaló un libro del pastor Alejandro Bullón titulado Inviten ion. En él se narran las duras experiencias de personas que han intentado encontrar la vida lejos de Jesús, pero no lo han logrado, pues es como sembrar una planta y después privarla de los rayos del sol. Se asfixia, languidece, vive por un tiempo y finalmente muere. Así sucede con nosotras. Iodos nuestros intentos terminan en derrote si no hemos experimentado antes la conversión, el nuevo nacimiento, si no comprendemos que nuestra vida carece de sentido sin la presencia de Cristo. Puede ser que al igual que yo hayas nacido en un hogar cristiano, por lo que damos por sentado que ya no tíos hace falta otro nacimiento. Pues bien, te equivocas. Hace falta nacer de nuevo y mantener el contacto con el Padre a través de la oración.
La oración es el medio que tenemos para poder respirar, es el oxígeno que alimenta correctamente nuestro ser. Aunque no es una varita mágica, nos ayuda a ver las cosas desde oirá perspectiva. Recurre, a la oración y vivirás.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
En el versículo siguiente al del día de ayer el apóstol presenta otra perspectiva del amor; nos habla de ese amor que se basa en la esperanza, del cual solo puede derivar el gozo. ¿Cuál es esa esperanza que puede cambiar nuestra manera de amar? La esperanza de vivir en un mundo libre del pecado. Pero mientras gozamos de esa esperanza que se materializará en el futuro, debemos ser conscientes de que tenemos que afrontar las vicisitudes del presente, «ser sufridos en la tribulación», para lo cual contamos con el poder de la oración.
«Estad siempre gozosos» (1 Tes. 5: 16), nos dice también el apóstol Pablo. ¿Crees que en este mundo es posible que estemos siempre gozosos? ¿Es que Dios le está pidiendo que le sientas gozosa cuando tu hijo está enfermo, cuando tu familia pasa por estrecheces económicas, cuando atraviesas el desierto del adulterio o cuando te han despedido del trabajo que te proporcionaba el sustento de tu familia?
Esta exhortación parecería más bien una burla si el versículo no terminara con el antídoto para lograr ese gozo: ser «constantes en la oración». Alguien me regaló un libro del pastor Alejandro Bullón titulado Inviten ion. En él se narran las duras experiencias de personas que han intentado encontrar la vida lejos de Jesús, pero no lo han logrado, pues es como sembrar una planta y después privarla de los rayos del sol. Se asfixia, languidece, vive por un tiempo y finalmente muere. Así sucede con nosotras. Iodos nuestros intentos terminan en derrote si no hemos experimentado antes la conversión, el nuevo nacimiento, si no comprendemos que nuestra vida carece de sentido sin la presencia de Cristo. Puede ser que al igual que yo hayas nacido en un hogar cristiano, por lo que damos por sentado que ya no tíos hace falta otro nacimiento. Pues bien, te equivocas. Hace falta nacer de nuevo y mantener el contacto con el Padre a través de la oración.
La oración es el medio que tenemos para poder respirar, es el oxígeno que alimenta correctamente nuestro ser. Aunque no es una varita mágica, nos ayuda a ver las cosas desde oirá perspectiva. Recurre, a la oración y vivirás.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera