«Con granizo y escarcha destruyó sus higueras y sus viñas» (Salmo 78:47).
Abotónate ese saco y amárrate las botas. Hoy vamos a caminar por el frío. De hecho, ¡está cayendo granizo! ¿Alguna vez has visto el granizo? El granizo es lluvia congelada. Cuando te cae en la cabeza, te golpea. Como dice nuestro versículo de hoy, este puede destruir árboles y plantas y, si es lo suficientemente fuerte, los destruye por completo.
Nuestras palabras pueden ser como la lluvia. Pueden ser dulces, útiles y agradables y hacer mucho bien. Pueden dar ánimo, ayudar y elevar Pero las palabras también pueden ser como el granizo. Pueden desanimar y destruir Pueden hacer que una amistad se arruine.
Pídele a Jesús que te ayude para que tus palabras sean cálidas y amigables. Usa tus palabras para ayudar y animar a los demás. No permitas que sean frías y dañinas como el granizo. Las palabras buenas son como un día soleado que hace sentir felices y cómodos a los demás. Deja que el «clima» que caracteriza tus palabras esté siempre despejado y soleado, y así iluminarás el día de aquellos que te rodean.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush