Lugar: Israel
Palabra de Dios: Juan 11:25,26
Cuando visité Israel, pude visitar la tumba donde fue enterrado Lázaro. Por supuesto, es difícil saber si ese fue el lugar exacto o no, pero eso es lo que afirman los lugareños. Hay escalones que llevan, desde la abertura de la tumba, hasta el sepulcro mismo.
Recuerdo haber estado de pie en la puerta de la tumba y haberme preguntado cómo habrá sido el momento en que Jesús resucitó a Lázaro de los muertos. La historia se registra en Juan 11, si quieres leerla por ti mismo.
Jesús recibió el mensaje de que Lázaro estaba enfermo, pero para cuando llegó, Lázaro ya había muerto. La gente que lo había conocido estaba de duelo; pero, Jesús tenía otros planes. Ordenó que quitaran la piedra que tapaba la entrada a la tumba. Por supuesto, algunas personas trataron de detenerlo: había que considerar que Lázaro estaba muerto desde hacía ya varios días, y la tumba tendría un olor horrible. Pero, hicieron lo que Jesús pidió.
Entonces, Jesús habló: “Lázaro, sal fuera”, dijo. ¿Puedes imaginarte lo que habrá sido volver a vivir y encontrarte envuelto en vendas mortuorias? ¿Puedes imaginarte tropezando en la oscuridad y abriéndote camino hasta la entrada de la tumba? ¿Puedes imaginar lo que habrá sido salir y ver las caras consternadas de los que te lloraban? ¿Y puedes imaginar ver a Jesús, quien proclamó: “Yo soy la resurrección y la vida”?
Un día, cuando Jesús vuelva, resucitará a los que murieron en él. Veremos a Jesús cara a cara. Su promesa, para nosotros, es esta: “El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás”
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson