Jehová va detente de ti; el estará contigo, te dejará ni te desamparará: No temas ni te intimides. (Deuteronomio 31:1).
Una viuda y su hijo se cobijaban de la tormenta. Temerosa de los truenos, la madre trataba de proteger a su hijo apretándolo contra su seno. El niño, al sentir el temor de su madre, la miró y, con sus ojos azules, le pregunto: « ¿Esta Dios encendiendo sus lámparas?». De repente, todo quedo en calma. Aunque afuera el vendaval persistía con furia, el corazón de aquella madre volvía a la bonanza. Su hijo le había devuelto la paz. Si, Dios estaba al control. La tormenta y su poder deslumbrante no podían mas que mostrarle que Dios tenía para ellos luz en medio de la tempestad.
¿Cuantas veces has sentido miedo por los vendavales que amenazan tu vida o la de los tuyos? ¿Cuantas veces te has refugiado en el lugar más seguro de tu habitación para que nadie te viera llorar? ¿Cuantas veces le has sentido arrastrada por las fuertes olas de las carencias materiales o físicas? Entonces, para ti es la pregunta: « ¿Verdad que es brillante la luz de Dios?».
El Señor está encendiendo sus lámparas para que puedas ver aun en medio de la oscuridad. ¿Te parece raro el método divino? Conozco personas que temen a las tormentas y buscan alguna compañía humana. Y yo me pregunto: ¿Podrá algún humano, por mucho que se empeñe, controlar las fuerzas de la naturaleza? Entonces no te parezca nada raro si Dios usa hasta los rayos y los truenos para ensenarte una lección de amor, cuidado y protección.
Puede ser que estos rayos representan la falta de salud o de dinero, la soledad o la traición, incluso puede que la abundancia de bienes y la fama traten de caer sobre ti causando los mismos efectos que una terrible tormenta. Es ahí donde debes mirar hacia arriba y contemplar la luz divina, que puede y quiere alumbrar tu camino. Si abres tu corazón a la influencia de Cristo, tu vida se elevara por encima de cualquier tempestad, obteniendo la paz que solo se encuentra en confiar en Dios. Atrévete a levantar tu vista y a descubrir la luz de Dios.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Una viuda y su hijo se cobijaban de la tormenta. Temerosa de los truenos, la madre trataba de proteger a su hijo apretándolo contra su seno. El niño, al sentir el temor de su madre, la miró y, con sus ojos azules, le pregunto: « ¿Esta Dios encendiendo sus lámparas?». De repente, todo quedo en calma. Aunque afuera el vendaval persistía con furia, el corazón de aquella madre volvía a la bonanza. Su hijo le había devuelto la paz. Si, Dios estaba al control. La tormenta y su poder deslumbrante no podían mas que mostrarle que Dios tenía para ellos luz en medio de la tempestad.
¿Cuantas veces has sentido miedo por los vendavales que amenazan tu vida o la de los tuyos? ¿Cuantas veces te has refugiado en el lugar más seguro de tu habitación para que nadie te viera llorar? ¿Cuantas veces le has sentido arrastrada por las fuertes olas de las carencias materiales o físicas? Entonces, para ti es la pregunta: « ¿Verdad que es brillante la luz de Dios?».
El Señor está encendiendo sus lámparas para que puedas ver aun en medio de la oscuridad. ¿Te parece raro el método divino? Conozco personas que temen a las tormentas y buscan alguna compañía humana. Y yo me pregunto: ¿Podrá algún humano, por mucho que se empeñe, controlar las fuerzas de la naturaleza? Entonces no te parezca nada raro si Dios usa hasta los rayos y los truenos para ensenarte una lección de amor, cuidado y protección.
Puede ser que estos rayos representan la falta de salud o de dinero, la soledad o la traición, incluso puede que la abundancia de bienes y la fama traten de caer sobre ti causando los mismos efectos que una terrible tormenta. Es ahí donde debes mirar hacia arriba y contemplar la luz divina, que puede y quiere alumbrar tu camino. Si abres tu corazón a la influencia de Cristo, tu vida se elevara por encima de cualquier tempestad, obteniendo la paz que solo se encuentra en confiar en Dios. Atrévete a levantar tu vista y a descubrir la luz de Dios.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera