Este es mi siervo, yo lo sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento. He puesto sobre él mi espíritu; él traerá justicia a las naciones. (Isaías 42:1).
Nunca he podido disfrutar de una brisa otoñal ni de los tonos rojizos de los árboles que caracterizan a esta estación en otras partes del mundo. Nunca he visto las hojas caer para dar paso al invierno, pero lo cierto es que el otoño llega cada año y trae consigo cambios climáticos en gran parte del mundo.
En España, por ejemplo, a principios del otoño se suele producir un fenómeno meteorológico conocido como «gota fría». Cuando las aguas marinas están mucho más calientes en comparación con las tierras continentales se crea una fuerte inestabilidad atmosférica que genera intensas precipitaciones acompañadas de granizo. Estas precipitaciones causan graves daños económicos, materiales e incluso humanos. Pero el otoño también conlleva hermosos fenómenos naturales, como el que se puede observar en los bosques de Quebec, Canadá, donde las hojas de los árboles caducifolios contrastan con el verde oscuro de las hojas de las coníferas. Estos colores conviven en perfecta armonía, aunque sean completamente diferentes.
Del otoño podemos extraer varias lecciones útiles para nuestra vida:
• La vejez forma parte de ciclo de la vida. En ella, la experiencia se viste de gala.
• Aunque la vejez conlleva muchos cambios biológicos, no dejan de ser bellos un cabello cano y unas manos arrugadas por años de trabajo desinteresado.
• Aunque el cuerpo se vea afectado por fenómenos como la gota fría, el carácter refinado por el paso del tiempo será un ancla firme para sujetarnos a tierra.
Cuando llegue para ti esa etapa en que la vida ya no se cuenta por las primaveras sirio por los otoños, mira hacia el cielo, allí encontrarás bendiciones infinitas. Sigue compartiendo tu belleza interior con los demás y aguarda confiada en que muy pronto los días ya no se contarán más, porque seremos jóvenes para siempre.
La belleza de un árbol otoñal es la garantía de que llegará de nuevo la primavera.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Nunca he podido disfrutar de una brisa otoñal ni de los tonos rojizos de los árboles que caracterizan a esta estación en otras partes del mundo. Nunca he visto las hojas caer para dar paso al invierno, pero lo cierto es que el otoño llega cada año y trae consigo cambios climáticos en gran parte del mundo.
En España, por ejemplo, a principios del otoño se suele producir un fenómeno meteorológico conocido como «gota fría». Cuando las aguas marinas están mucho más calientes en comparación con las tierras continentales se crea una fuerte inestabilidad atmosférica que genera intensas precipitaciones acompañadas de granizo. Estas precipitaciones causan graves daños económicos, materiales e incluso humanos. Pero el otoño también conlleva hermosos fenómenos naturales, como el que se puede observar en los bosques de Quebec, Canadá, donde las hojas de los árboles caducifolios contrastan con el verde oscuro de las hojas de las coníferas. Estos colores conviven en perfecta armonía, aunque sean completamente diferentes.
Del otoño podemos extraer varias lecciones útiles para nuestra vida:
• La vejez forma parte de ciclo de la vida. En ella, la experiencia se viste de gala.
• Aunque la vejez conlleva muchos cambios biológicos, no dejan de ser bellos un cabello cano y unas manos arrugadas por años de trabajo desinteresado.
• Aunque el cuerpo se vea afectado por fenómenos como la gota fría, el carácter refinado por el paso del tiempo será un ancla firme para sujetarnos a tierra.
Cuando llegue para ti esa etapa en que la vida ya no se cuenta por las primaveras sirio por los otoños, mira hacia el cielo, allí encontrarás bendiciones infinitas. Sigue compartiendo tu belleza interior con los demás y aguarda confiada en que muy pronto los días ya no se contarán más, porque seremos jóvenes para siempre.
La belleza de un árbol otoñal es la garantía de que llegará de nuevo la primavera.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera