Bendito sea Jehová, porque ha hecho maravillosa su misericordia para conmigo (Salmo 31:21).
Hace algún tiempo, recibí un llamado telefónico de las oficinas de la Asociación de Alberta, pidiéndome si podía buscar los nombres y las fotografías de los presidentes de la Asociación desde 1906. Encontrar los nombres no era la tarea más difícil; sí lo era encontrar las fotografías, en especial de los primeros. Finalmente las encontré todas, excepto una: la de A. J Haysmer. Como soy una persona perseverante, no me gusta rendirme fácilmente. No me gustaba la idea de tener un marco vacío en la Asociación de Alberta o en el libro del centenario, de 2006.
Me dirigí al directorio telefónico de Internet y comencé la búsqueda con el apellido Haysmer. Encontré 21 nombres. Luego me di cuenta de que diez de los Haysmer eran de Michigan, y seis de ellos vivían en la ciudad de Cadillac. Este me pareció un buen lugar para comenzar.
Disqué el primer número y contestó una máquina. "El número solicitado no pertenece a un abonado en servicio. Por favor, inténtelo más tarde..." Volví a discar, prestando atención a los números que marcaba, y recibí el mismo mensaje. Disqué el segundo número y la línea estaba ocupada. Cuando disqué el tercer número, me atendió una mujer. Le expliqué la búsqueda que estaba realizando y le pregunté si ella tal vez estaría emparentada o conocía a A. J Haysmer. Su familia no estaba emparentada con él, pero su nombre había aparecido en una búsqueda que había realizado para su árbol genealógico en los últimos veinte años. Creía que había sido adventista del séptimo día (ella era pentecostal). Me contó que ninguno de los Haysmer estaba interesado su hobby, así que providencialmente me había contactado con la persona indicada.
Me ofreció volver a revisar su material y ponerse en contacto conmigo. A los veinte minutos me envió un e-mail con la fotografía de A. J. Haysmer y su familia. Al siguiente día me volvió a escribir, contándome que su nombre completo era Albert James Haysmer y que había trabajado como misionero Jamaica antes de venir a Alberta.
Algunos llaman a esto suerte, pero yo creo en los milagros. "Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos... a él sea gloria" (Efe. 3:20,21).
Hace algún tiempo, recibí un llamado telefónico de las oficinas de la Asociación de Alberta, pidiéndome si podía buscar los nombres y las fotografías de los presidentes de la Asociación desde 1906. Encontrar los nombres no era la tarea más difícil; sí lo era encontrar las fotografías, en especial de los primeros. Finalmente las encontré todas, excepto una: la de A. J Haysmer. Como soy una persona perseverante, no me gusta rendirme fácilmente. No me gustaba la idea de tener un marco vacío en la Asociación de Alberta o en el libro del centenario, de 2006.
Me dirigí al directorio telefónico de Internet y comencé la búsqueda con el apellido Haysmer. Encontré 21 nombres. Luego me di cuenta de que diez de los Haysmer eran de Michigan, y seis de ellos vivían en la ciudad de Cadillac. Este me pareció un buen lugar para comenzar.
Disqué el primer número y contestó una máquina. "El número solicitado no pertenece a un abonado en servicio. Por favor, inténtelo más tarde..." Volví a discar, prestando atención a los números que marcaba, y recibí el mismo mensaje. Disqué el segundo número y la línea estaba ocupada. Cuando disqué el tercer número, me atendió una mujer. Le expliqué la búsqueda que estaba realizando y le pregunté si ella tal vez estaría emparentada o conocía a A. J Haysmer. Su familia no estaba emparentada con él, pero su nombre había aparecido en una búsqueda que había realizado para su árbol genealógico en los últimos veinte años. Creía que había sido adventista del séptimo día (ella era pentecostal). Me contó que ninguno de los Haysmer estaba interesado su hobby, así que providencialmente me había contactado con la persona indicada.
Me ofreció volver a revisar su material y ponerse en contacto conmigo. A los veinte minutos me envió un e-mail con la fotografía de A. J. Haysmer y su familia. Al siguiente día me volvió a escribir, contándome que su nombre completo era Albert James Haysmer y que había trabajado como misionero Jamaica antes de venir a Alberta.
Algunos llaman a esto suerte, pero yo creo en los milagros. "Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos... a él sea gloria" (Efe. 3:20,21).
Edith Fitch
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken
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Autora: Ardis Dick Stenbkken