Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino (Salmos 119:105)
Ayer hablábamos de la luz que brilla desde nuestro interior por el poder divino combinado con la voluntad humana, pero hoy hablaremos de otra luz que, a diferencia de la anteriormente expuesta, proviene únicamente de Dios. Esta luz no está sujeta a circunstancias ni a la voluntad humana, porque es eterna y perfecta. ¿Cuál es esta luz tan formidable?
La pluma poética del salmista lo expresa en un lenguaje claro y hermoso: «Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino». No existe otra fuente de luz para alumbrar el oscuro mundo en que vivimos que la luz de Dios procedente de las páginas de ese libro poderoso al que llamamos Biblia. Los diversos autores que la escribieron en culturas y épocas diferentes constituyen una prueba irrefutable de su inspiración divina.
Eterna como quien la inspiró, la Biblia se presenta como un faro bajo la tormenta, como un puente sobre el abismo, como el pincel con el que se dibuja una obra maestra. No hay pecado que pueda bloquear su entrada triunfal en el alma contrita y humillada. No hay época en la que esté pasada de moda. No hay cultura que la supere, ni pensamiento que la destruya. La Biblia ha brillado con luz propia desde su mismo origen y continuará haciéndolo hasta que las palabras en ella escritas nos sean enseñadas cara a cara por su mismo autor.
Teniendo tan preciado tesoro como tenemos, solo nos resta tomarlo y convertirlo en mi lámpara, en tu lámpara, en la luz que ilumine tu senda y la mía.
La Biblia es un privilegio. La historia de la humanidad, su comienzo, sus victorias, sus derrotas, sus anhelos de restauración, el misterio de un Dios que no nos ha dado la espalda sino que se sacrificó por la humanidad, el amor de un Padre que es capaz de dar todo por tu rescate, la paciencia del Espíritu Santo, quien constantemente subyuga nuestro corazón para que sea receptivo al amor divino, lodo, todo se halla en un libro que puedes llevar en tu cartera, en tu computadora, en tu corazón.
Bebe la vida de la Palabra de Dios.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Ayer hablábamos de la luz que brilla desde nuestro interior por el poder divino combinado con la voluntad humana, pero hoy hablaremos de otra luz que, a diferencia de la anteriormente expuesta, proviene únicamente de Dios. Esta luz no está sujeta a circunstancias ni a la voluntad humana, porque es eterna y perfecta. ¿Cuál es esta luz tan formidable?
La pluma poética del salmista lo expresa en un lenguaje claro y hermoso: «Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino». No existe otra fuente de luz para alumbrar el oscuro mundo en que vivimos que la luz de Dios procedente de las páginas de ese libro poderoso al que llamamos Biblia. Los diversos autores que la escribieron en culturas y épocas diferentes constituyen una prueba irrefutable de su inspiración divina.
Eterna como quien la inspiró, la Biblia se presenta como un faro bajo la tormenta, como un puente sobre el abismo, como el pincel con el que se dibuja una obra maestra. No hay pecado que pueda bloquear su entrada triunfal en el alma contrita y humillada. No hay época en la que esté pasada de moda. No hay cultura que la supere, ni pensamiento que la destruya. La Biblia ha brillado con luz propia desde su mismo origen y continuará haciéndolo hasta que las palabras en ella escritas nos sean enseñadas cara a cara por su mismo autor.
Teniendo tan preciado tesoro como tenemos, solo nos resta tomarlo y convertirlo en mi lámpara, en tu lámpara, en la luz que ilumine tu senda y la mía.
La Biblia es un privilegio. La historia de la humanidad, su comienzo, sus victorias, sus derrotas, sus anhelos de restauración, el misterio de un Dios que no nos ha dado la espalda sino que se sacrificó por la humanidad, el amor de un Padre que es capaz de dar todo por tu rescate, la paciencia del Espíritu Santo, quien constantemente subyuga nuestro corazón para que sea receptivo al amor divino, lodo, todo se halla en un libro que puedes llevar en tu cartera, en tu computadora, en tu corazón.
Bebe la vida de la Palabra de Dios.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera