«Y hablaba el Señor con Moisés cara a cara, como quien habla con un amigo» (Éxodo 33: 11 , NVI).
Moisés conservó hasta su muerte una íntima relación con Dios. El versículo de hoy nos dice que Dios y él hablaban cara a cara, como amigos. Desde su primer encuentro con Dios en la zarza que ardía (Éxodo 3) hasta su última conversación cuando Dios le mostró a distancia la tierra prometida (Deuteronomio 34), ambos mantuvieron multitud de encuentros de toda índole. Es notable el número de veces que Moisés acudió al Señor desesperado por los problemas del pueblo escogido y Dios siempre le ofreció soluciones justas y claras, aunque no siempre resultasen populares.
Enoc también fue un gran amigo de Dios. Nada sabemos de él, excepto que pertenecía a la séptima generación desde Adán y fue profeta (Judas l: 14), su padre se llamaba Jared (Génesis 5: 18), su hijo, Matusalén, el hombre más longevo de la Biblia (vers. 21), y que vivió 365 años (vers. 23). Pero hay algo inusual en su existencia: «Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque lo llevó (vers. 24). ¡Qué privilegio tan grande! Caminar con Dios, como se pasea con un amigo y de esa íntima amistad, surge la compañía eterna, pues Dios no quiso que su amigo muriera y lo llevó con él.
También Abraham fue «amigo de Dios», y así lo expresa la Escritura (Santiago 2: 23). El libro de Génesis está lleno del nombre de Abraham, y muchas de esas menciones están relacionadas con encuentros y conversaciones con el Señor. Su vida está llena de acción y aventura, desde joven hasta anciano, pero siempre en contacto con Dios. Muchos otros personajes de la Escritura se presentan como amigos de Dios: Noé, Isaac, Jacob, José, David, Elías, Eliseo, Josué, Ana, Samuel, Job… y si vamos al Nuevo Testamento, encontramos múltiples amigos y amigas de Jesús: cada uno de sus discípulos escogidos y otros, como Marta, María, Lázaro y un conjunto de «publicanos y pecadores» de los que se nos dice que Jesús era amigo (Lucas 7: 34).
Jesús dijo a sus discípulos, y nos dice a cada uno de nosotros, que ya no nos llamará siervos, sino amigos Juan 15: 15). Dios, Jesús, que son el mismo, buscan nuestra amistad, quieren intimar con cada uno de nosotros. Todo este mes ha sido dedicado a nutrir las relaciones. Pero la relación más importante de todas es la personal de cada cual con Jesús, que es amigo de todo aquel que quiera serlo.
¡Acércate hoy a Jesús y sé su amigo! Él te está esperando (Apocalipsis 3:20).
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2020
UN CORAZÓN ALEGRE
Julián Melgosa y Laura Fidanza
Lecturas devocionales para Adultos 2020