viernes, 4 de noviembre de 2011

¡SOY YO! ¡NO TEMAS!

Viéndolo ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma y gritaron. (Marcos 6:49).

Muchas historias aterradoras de fantasmas tienen como base la creencia casi universal en la inmortalidad del alma. Contadas a veces a modo de chistes y otras como relatos de terror, todas ellas generan gran ansiedad y expectativa en las mentes humanas.
La creencia en la inmortalidad de alma tiene su origen en la afirmación que la serpiente hizo a Eva en el Edén: «No moriréis» (Gen. 3: 4). Desde entonces, a medida que la tierra ha ido poblándose, el ser humano ha ido inventando distintas deidades en las que alimentar esta creencia, depositar su confianza y reducir así sus temores. Satanás ha creado un falso sistema de adoración en el que el ser humano puede suplir su necesidad de protección. Tal ha sido su éxito que Dios tuvo que ordenar-nos enfáticamente que nos alejáramos de este tipo de creencias, cada vez más populares. Por eso hasta nuestros días llega la triste amonestación: «¿No hay Dios en Israel para que vayáis a consultar a Baal-zebub, dios de Eerón?» (2 Rey. 1:3).
Para mí, que crecí en un hogar cristiano, no cabe la posibilidad de que existan almas que vagan por un universo paralelo al nuestro. Los ángeles de Dios sí obran milagros sobrenaturales, pero en la Biblia no encontraremos evidencia de personas que hayan muerto y sigan en contacto con los vivos. Por esta razón me causa tanto asombro la inesperada reacción de los discípulos que, habiendo convivido con el Maestro durante algún tiempo, todavía conservaban cierta clase de idolatría o superstición en sus creencias.
Los discípulos, cumpliendo a regañadientes la orden de Jesús, habían vuelto al mar. Sintiéndose turbados y decepcionados, permitieron que su mente se centrara en las dudas y el temor. Por eso, cuando el Señor se les apareció, no pudieron reconocerlo. ¿Sabes? Cuando damos cabida a los pensamientos negativos dejamos de divisar la presencia divina. Dios te ayude a no perder nunca de vista que tienes un Salvador que está siempre contigo. Él es un Dios real, el único que puede salvarte.
Jesús te dice hoy: «¡Animo! ¡Soy yo! ¡No temas!» (ver Mar. 6: 50).

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

TODOS JUNTOS, HASTA EL FINAL

Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega. Mateo 13:30.

Susy era una alumna en su último año de educación media y se estaba preparando para ingresar a la universidad. Conocí a su padre, anciano en una iglesia adventista, casi de casualidad, y después de ese encuentro me invitó a predicar. En lo poco que lo conocí, lo vi como un hombre maduro, responsable, que desempeñaba su cargo con fidelidad.
Susy era mi alumna en la materia de Historia Sagrada, y a medida que fue entrando en confianza descubrí que decía malas palabras. En el aula, en los recreos, en las clases de educación física, Susy decía siempre alguna mala palabra que arruinaba el ambiente. Abordé este tema en charlas personales y en clases generales, pero nada la hacía cambiar. Una mañana, mientras yo estaba dando la materia, a Susy se le "escapó" nuevamente una grosería. Sintiendo que ya no tenía recursos para producir algún tipo de cambio, le pregunté: "¿Susy, hasta cuándo vas a decir malas palabras? ¿En tu hogar tus padres no te dicen nada cuando hablas así?" Inmediatamente Susy respondió: "Capellán, si usted escuchara las malas palabras que dice mi padre, nunca me llamaría la atención".
Desafortunadamente, algunos cristianos adventistas no practican lo que predican. Estoy seguro de que a esta altura tú también recordarás algún incidente ocurrido en tu iglesia por alguien que parecía un excelente cristiano, pero que en determinado momento manchó el nombre de Cristo haciendo algo que no debía.
Cuando los siervos del Señor notaron que en el campo había cizaña con el trigo, le preguntaron a su amo: "¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?" El dueño del campo respondió: "No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega" (Mat. 13:28-30). Y de allí se desprende una lección muy importante: el trigo y la cizaña crecerán juntos hasta la venida de Jesús.
No te desanimes si notas lo mal que se conduzcan algunos miembros de tu iglesia, lo que más importa es que tu vida esté en armonía con el único Modelo genuino: Cristo Jesús.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

GLORIA VENIDERA

Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Romanos 8:18.

¡No es fácil seguir a Jesús! No es fácil, para la naturaleza humana, renunciar a los apetitos del propio corazón. Hasta cuando creemos que estamos siendo sinceros, podemos estar siendo mal intencionados, y no lo percibimos.
¿Te acuerdas de los dos discípulos que sugirieron a su madre que le pidiese a Jesús un lugar importante, para ellos, en el futuro reino? ¿Crees que eran mal intencionados? Yo creo que no. Ellos, simplemente, no habían entendido lo que era el Reino de Dios. Por eso, Jesús tuvo que explicárselo, en detalle, muchas veces.
Les dijo que el Hijo del Hombre no tenía dónde reclinar la cabeza, mientras que las zorras tenían cuevas y los pajarillos nidos; les dijo que era necesario dejar al padre y a la madre para seguirlo. Incluso, dijo a una persona que ni siquiera se tomase el trabajo de ir a enterrar a su padre, si quería seguirlo. Todo esto, para que ellos no se confundiesen, y lo siguiesen por motivos equivocados.
La vida de un seguidor de Jesús tiene que estar llena de sufrimientos. El discípulo necesita entender que, a pesar de vivir una experiencia de comunión diaria con Jesús, puede haber dificultades a lo largo del camino.
Sin embargo, Jesús no solo les mostró el aspecto difícil del discipulado. No les habló únicamente de renuncia y de entrega, sino también les afirmó que, a pesar de eso, habría, también, maravillosas promesas para ellos.
Es verdad que, mientras vivamos en este mundo, habrá aflicciones para el pueblo de Dios. ¿Por qué no las habría, si vivimos en un mundo de dolor y en medio de seres humanos que, muchas veces, desprecian todo lo que tiene que ver con Jesús?
Pero, el tiempo presente es solo como un segundo comparado con la eternidad, en la que disfrutaremos de las bendiciones del Señor Jesús, que no tendrán fin. Eso es lo que afirma San Pablo, en el versículo de hoy. Él no niega la realidad dolorosa del presente: él afirma que, en esta vida, vamos a encontrar aflicciones. Tal vez, en este mismo instante tú estás viviendo unos de esos momentos terribles. Pero el apóstol afirma que todo ese sufrimiento es nada, comparado con la gloria de la presencia de Jesucristo en la eternidad.
Con estos pensamientos en mente, sal, recordando que "pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón