"Se alista al caballo para el día de la batalla, pero la victoria depende del Señor" (Proverbios. 21:31).
Estoy en deuda con Sarah Coleman por escribir sobre la expresión australiana "hacer un Bradbury". Ella dice que significa "lograr el éxito inesperadamente".
El término viene de un giro sorpresivo de acontecimientos en las Olimpíadas de Invierno de 2002.
La tarde en que se disputaba la carrera corta de patín sobre hielo, de mil metros, en Salt Lake City, el australiano Steven Bradbury se alineó para participar en los cuartos de final. La historia ya es extraña de por sí. ¿Qué estaba haciendo un australiano en los juegos de invierno, por empezar? Ellos apenas si tienen invierno. El Servicio Meteorológico ni siquiera mide las nevadas en la mayor parte del país. Los lagos no se congelan; así que no tengo idea dónde Steven aprendió a patinar sobre hielo.
Sin embargo, había competido internacionalmente en carreras de patinaje sobre hielo por doce años. Durante una carrera, fue cortado por los patines de un competidor, perdió 4,5 litros de sangre y necesitó 111 puntos. Más adelante, se rompió el cuello y le dijeron que nunca más patinaría. Steven continuo adelante. Llegó a Salt Lake City. Y compitió lo suficientemente bien como para llegar a los cuartos de final.
Cuando se dio el disparo de salida, Steven corrió con todas sus fuerzas. Salió tercero, pero avanzó a la semifinal porque tuvieron que descalificar a otro patinador. Y cuando una caída dejó a otro de sus oponentes tirado en el suelo en la siguiente carrera, nuestro héroe se encontró preparándose para una final olímpica.
Steven patinó lo mejor que pudo, pero fue uno de los últimos del grupo durante casi toda la carrera. Hasta que, en la última vuelta, el patinador chino se cayó, e hizo caer con él a todo el grupo. A todos menos a Steven Bradbury.
Steven sorteó los cuerpos caídos y cruzó la meta en primer lugar. Sarah dice que esa fue la primera medalla de oro que Australia ganó en los juegos olímpicos de invierno.
Eso es "hacer un Bradbury". Algunos quizá digan que simplemente tuvo suerte. Y quizá sea cierto. Pero, si nunca hubiera practicado y entrenado para ser un buen patinador, nunca habría estado en las Olimpíadas. Toda la suerte del mundo no lo habría ayudado.
El éxito generalmente implica la combinación de tu propio trabajo duro y una bendición externa. A veces, esa bendición viene de lo Alto. Kim
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