Debe el agua de tu propia cisterna, los raudales de tu propio pozo. (Proverbios 15:5).
Ayer dedicamos tiempo a recrearnos en el amor divino y hoy reflexionaremos sobre otro consejo dado por Salomón: «Bebe el agua de tu propia cisterna». ¿A qué crees que se estaba refiriendo el sabio rey?
Cuando visitamos otros lugares enseguida notamos que el agua sabe diferente a la que solemos beber. Lo cierto es que hasta que no llegamos a casa y bebemos de nuestra propia agua no encontramos la satisfacción que nuestro paladar demanda. Recuerdo que en una de las iglesias donde trabajamos hace algunos años había un problema con el agua. El pozo que abastecía la casa pastoral proporcionaba agua de muy mala calidad. De hecho, todo lo que estuviera en contacto directo con aquella agua enseguida se cubría de una capa de sedimento cálcico que era difícil de quitar. Por su puesto nuestros riñones también sufrieron daños.
Pero no es a ese tipo de cisternas a las que se refiere Salomón. La cisterna del amor genuino produce un agua pura y sana. La vida tiene diferentes etapas, todas ellas maravillosas y con una belleza excepcional. Cuando llegamos a la edad en que el amor erótico se presenta en todo su esplendor, nos entregamos apasionadamente a él, igual que una flor se abre ante el despertar de un nuevo día. Pensamos entonces que es tan lindo que debería durar para siempre. Pero la realidad es que el tiempo no se detiene y tampoco nuestras necesidades biológicas se estancan en el deseo o la idealización de la otra persona.
Cuando llegan los hijos enfrentamos nuevos retos. Entonces debemos dedicar tiempo no solo a nuestra pareja sino al trabajo, a los estudios de los niños y a un sinfín de actividades, y corremos el riesgo de perder de vista el cuidado de nuestra vida matrimonial. Abastecernos con nuestro propio pozo o cisterna significa saciarnos sexual, emocional y afectivamente con nuestra pareja, sin tener que cavar en otros lugares. ¡Dichosa eres si aprendes a saciarte con el agua de tu propio pozo! Nunca codicies el agua ajena.
Mejor es agua conocida que agua por conocer.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Ayer dedicamos tiempo a recrearnos en el amor divino y hoy reflexionaremos sobre otro consejo dado por Salomón: «Bebe el agua de tu propia cisterna». ¿A qué crees que se estaba refiriendo el sabio rey?
Cuando visitamos otros lugares enseguida notamos que el agua sabe diferente a la que solemos beber. Lo cierto es que hasta que no llegamos a casa y bebemos de nuestra propia agua no encontramos la satisfacción que nuestro paladar demanda. Recuerdo que en una de las iglesias donde trabajamos hace algunos años había un problema con el agua. El pozo que abastecía la casa pastoral proporcionaba agua de muy mala calidad. De hecho, todo lo que estuviera en contacto directo con aquella agua enseguida se cubría de una capa de sedimento cálcico que era difícil de quitar. Por su puesto nuestros riñones también sufrieron daños.
Pero no es a ese tipo de cisternas a las que se refiere Salomón. La cisterna del amor genuino produce un agua pura y sana. La vida tiene diferentes etapas, todas ellas maravillosas y con una belleza excepcional. Cuando llegamos a la edad en que el amor erótico se presenta en todo su esplendor, nos entregamos apasionadamente a él, igual que una flor se abre ante el despertar de un nuevo día. Pensamos entonces que es tan lindo que debería durar para siempre. Pero la realidad es que el tiempo no se detiene y tampoco nuestras necesidades biológicas se estancan en el deseo o la idealización de la otra persona.
Cuando llegan los hijos enfrentamos nuevos retos. Entonces debemos dedicar tiempo no solo a nuestra pareja sino al trabajo, a los estudios de los niños y a un sinfín de actividades, y corremos el riesgo de perder de vista el cuidado de nuestra vida matrimonial. Abastecernos con nuestro propio pozo o cisterna significa saciarnos sexual, emocional y afectivamente con nuestra pareja, sin tener que cavar en otros lugares. ¡Dichosa eres si aprendes a saciarte con el agua de tu propio pozo! Nunca codicies el agua ajena.
Mejor es agua conocida que agua por conocer.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera