«Pero al amanecer del día siguiente Dios dispuso que un gusano la hiriera, y la planta se marchitó» (Jonás 4: 7, NVI).
Pobre Jonás. Acerquémonos a él y veamos por qué está tan molesto. Al parecer predicó en Nínive y el pueblo aceptó al Dios del cielo como su Dios. ¿Por qué está tan molesto entonces? Bueno, te cuento que Jonás opinaba que esa gente malvada debía morir; y creyó que Dios los destruiría. ¡Él había pasado tres días dentro de un pez, y esta gente se salvaría! Le parecía injusto. Estaba dominado por la ira y solo pensaba en sí mismo.
El egoísmo puede ser como ese pequeño gusano y «comernos» hasta marchitarnos. No le hacemos ningún bien a nadie si solo pensamos en nosotros mismos. Dios quiere que nos ocupemos de los demás. Él quiere que nos alegremos cuando otros cambian para bien.
Jesús murió para que todos pudiéramos ir al cielo, incluyéndote a ti, a mí y a todos lo que hacen cosas malas. No dejes que el egoísmo te carcoma por dentro como ese pequeño gusano se comió la planta bajo la cual se sentaba Jonás. Vive para Jesús y sé una fuente de amor para todos los que te rodean.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush