viernes, 2 de diciembre de 2011

MENSAJERO AMIGO

A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tu caminos. (Salmos 91:12).

La noticia hizo temblar el frágil cuerpo de María. La policía había arrestado a un sospechoso de violación. La noche anterior, María había ido a su iglesia y había salido más tarde de lo habitual. Mientras regresaba a casa por las oscuras calles, sentía que miles de ojos la miraban y oía pasos que la seguían. Entonces decidió cantar, pues el canto le hacía sentirse bien. La entrecortada voz de María se perdía a veces en un suspiro o en una oración: «Señor, por favor, envía a tu ángel para que me acompañe». Cada paso que daba era un desafío para su fe. Pero cuando dobló la última esquina, aumentó la intensidad de sus oraciones, así como la de los latidos de su corazón. Allí, junto a la columna, había un hombre acechando bajo la penumbra.
María apretó la Biblia contra su pecho y aceleró el paso sin mirar atrás. Por fin llegó a su casa y, de rodillas ante su cama, agradeció a Dios por su cuidado. Al día siguiente leyó en la prensa la triste noticia de la violación de una joven en el mismo lugar donde había visto a aquel hombre misterioso. Según el periódico, la víctima estaba tan destrozada que no había podido hacer declaraciones, así que María fue a la policía y ofreció su ayuda para identificar al sospechoso. Aunque sus ojos no se habían detenido mucho tiempo sobre aquel rostro, se le había quedado bien grabado en la memoria, así que le resultó fácil identificarlo. Tras ser interrogado, el hombre confesó, y la policía, a petición de María, le preguntó por qué no había escogido como víctima a una joven que había pasado por allí apenas unos minutos antes. El delincuente confesó que no lo había hecho porque iba acompañada de un hombre muy fuerte.
La promesa de que tu ángel permanecerá a tu lado y te librará seguirá vigente hasta que cruces las puertas de la ciudad de Dios. La mano de tu ángel amigo te protegerá del lazo del cazador que acecha tu vida.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

CONOCIENDO EL TIEMPO SIN SABER LA FECHA

El día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre. Mateo 24:36.

El 22 de octubre de 1844, miles de adventistas se chasquearon porque esperaban en esa fecha el retorno de Cristo. Muchos de esos adventistas que habían sido expulsados de sus iglesias por creer que Cristo regresaría, eran asiduos lectores de la Biblia y grandes intérpretes de las profecías. Pero a pesar de todos sus estudios, pasaron por alto una declaración tan sencilla y clara como la que Jesús dijo en el Monte de los Olivos: "Pero el día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre".
A pesar de la claridad de este texto y del chasco sufrido, cientos de pastores y exégetas han pretendido encontrar algún versículo que señale de manera certera el día del retorno de Jesús. Por supuesto, todas las fechas "bíblicas" propuestas hasta el presente han fallado.
Mientras estudiaba Ingeniería, asocié de manera "experimental" algunos textos relacionados con las profecías y llegué a la conclusión de que Jesús volvería en el año 2004. Si bien nunca creí en la veracidad de ese cálculo y solo se lo mostré a algunos compañeros de estudio, hoy veo que nuevamente la Biblia tenía razón: "El día y la hora nadie sabe".
En su inmenso amor, el Señor Jesucristo creyó conveniente no dejar una fecha definida para su regreso, porque desea que sus hijos estén preparados cada día para recibirlo.
Mientras escuchaba las palabras de aliento y de esperanza de un pastor en un funeral de un joven de 19 años, un amigo del difunto me susurró: "Ese pastor está diciendo puras mentiras". Sorprendido por su afirmación, le pregunté a qué se debía su comentario. Su respuesta fue: "Capellán, el que está muerto era mi amigo, y yo sé que en estos últimos años vivió muy lejos de Dios. Es verdad que venía a la iglesia los sábados, que a veces participaba en algún programa juvenil y que parecía un buen adventista, pero yo lo conocía muy bien, y le aseguro que lo que está diciendo este pastor, en él no se va a cumplir".
¡Qué triste sería que para ese joven la segunda venida fuese en vano! Querido joven, querida señorita, procura vivir cada día como si Jesús volviera hoy, y la segunda venida será un hermoso traslado de tu vida hacia la eternidad.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

CONOCER A JESÚS

El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. 1 Juan 2:4,5.

Alicia parecía un festival de colores y de vida; un arco iris deslumbrante. ¡Siempre era así! Para ella, todo era colorido. La seda rosada dibujaba la exuberancia de su amor; el blanco lino la hacía melancólica cuando lloraba; y el terciopelo rojo combinaba con la insensatez de su alocado corazón.
Decía que amaba a Jesús; que el Cristo del evangelio era el gran amor de su vida; que, por él, sería capaz de hacer cualquier cosa. Pero, jugaba con la vida y manipulaba los principios.
Argumentaba que un Dios de amor no era coherente con las reglas; que los mandamientos eran cosa del pasado: los limitaba a una montaña llena de humo, fuego y sonido de trompetas. Ella prefería el Calvario, el monte del amor, donde Jesús pagó por sus pecados.
¿Para qué preocuparse en obedecer? La "gracia de Cristo" era, para ella, un manantial de agua fresca, que le permitía vivir como se le antojase. Y así vivió.
Hasta el día en que descubrió sus sueños despedazados. Entonces, la seda rosa ya no tenía atractivo, ni el lino blanco; tampoco el terciopelo rojo. No había más alegría en su vida.
El apóstol Juan ya lo había advertido, siglos atrás: "El que dice yo le conozco y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso". La mentira condice con la oscuridad. Por eso, aquella tarde, que podría haber sido alegre, se volvía triste, a pesar del sol inmenso que ardía, como bola de fuego, hundiéndose en el mar.
Nunca es tarde para revisar lo que llamas "cristianismo". Quien dice conocer a Jesús, no toma al Maestro de la mano y lo lleva por donde quiere. El cristianismo auténtico es sumisión a un Dios que te conduce hacia la tierra de la libertad: liberación del libertinaje y de la tiranía de los deseos humanos.
Mira a lo lejos hoy, y pide a Jesús que te ayude a andar con él. Porque "el que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón