“La esperanza de los justos es alegría, mas la esperanza de los malvados perecerá” (Proverbios 10:28).
En tiempos de la expansión de la frontera estadounidense del siglo XIX, muchos europeos y colonos asentados en la costa oriental norteamericana viajaron hacia el oeste en busca de establecer un hogar y vivir de la tierra. Se cuenta la historia de un anciano llamado Pedro que llevaba muchos años viviendo en un pueblo del lejano oeste. Al atardecer, se sentaba frente a su casa a observar el paso de los advenedizos. Esta era una conversación frecuente que Pedro mantenía con algún recién llegado que le preguntaba: —Buenas tardes, buen hombre. ¿Cómo son los vecinos de este lugar?
A lo que el anciano contestaba:
—¿Cómo eran los vecinos del lugar de donde usted viene?
—Mis vecinos eran impacientes, malintencionados, testarudos, suspicaces, rencorosos, envidiosos... —era la respuesta del forastero.
Entonces, Pedro respondía:
—Pues aquí también son así.
Cuando otro advenedizo le hacía la misma pregunta, Pedro respondía: —¿Cómo eran los vecinos del lugar de donde usted viene?
—Mis vecinos eran amables, joviales, diligentes, generosos, bondadosos, honrados, prudentes... —decían algunos.
—Pues aquí también son así —respondía Pedro.
Pedro había aprendido que cualquier ser humano puede ser bueno o malo y que las relaciones interpersonales no son mejores ni peores por el lugar en el que se vive, sino por la actitud con la que uno se acerca a sus semejantes. Aquellos viajeros iban a tener la opción de observar en sus nuevos vecinos rasgos bondadosos o perversos, según sus expectativas y conductas de cara a ellos.
El texto de hoy nos asegura que la esperanza (o el porvenir) del justo es feliz y la del malvado acaba desvaneciéndose. Esto tiene aplicación directa en las relaciones interpersonales y podemos inferir que el justo cuenta con las mejores expectativas de éxito en las relaciones, mientras que el malvado acaba agotando sus relaciones.
Hoy observa las relaciones en las personas de tu entorno. Mira cuándo despliegan rasgos malos y cuándo se muestran afables. Verás que su conducta y su actitud varían dependiendo de cómo los traten otros.
En lo que a ti respecta y con la ayuda de Dios, usa palabras, gestos y acciones que favorezcan en otros la buena convivencia, la amabilidad, el amor y el mutuo entendimiento. Recuerda hoy el mensaje del apóstol Pablo: “Antes sed bondadosos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efe. 4:32).
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2020.
UN CORAZÓN ALEGRE
Julián Melgosa y Laura Fidanza
Lecturas devocionales para Adultos 2020.