La sentencia emitida por el sabio Salomón es una muestra de la justicia celestial. «Dios traerá toda obra a juicio» (Ecl. 12: 14), así que no tenemos por qué desesperarnos ante la injusticia humana ni tratar de buscar la venganza para poner las cosas en su lugar.
Hay algunas lecciones que podemos aprender de la historia bíblica de hoy.
- Todas somos iguales ante Dios. La forma en que el rey trató a aquellas mujeres nos asegura que no hay diferencias raciales, intelectuales ni económicas que hagan que Dios varíe su juicio ( ver Gal. 3: 28).
- Todas somos pecadoras. Salomón no sabía lo que había llevado a aquellas mujeres a vivir una vida libertina, pero no lo tomó en cuenta a la hora de hacer justicia (ver Rom. 3:10).
- Dios siempre nos atiende. Esas mujeres fueron atendidas a pesar de su condición de pecadoras (ver Heb. 4: J6).
- Todas tenemos otra oportunidad. Las dos mujeres tuvieron la oportunidad de contar su versión de la historia, así como la ocasión de decir la verdad (ver Ecl. 12: 14).
- Seremos probadas. La fe en la justicia real fue puesta a prueba por Salomón quien, tomando una decisión drástica, descubrió la verdad. Dios también prueba nuestra fe. ¿Confías en que los juicios de Dios son justos y fieles? (ver Apoc. 19: 2).
- Recibiremos justicia. El bebé fue devuelto a su verdadera madre, quien unió su alabanza al rey que había obrado justa y sabiamente (ver Mat. 16: 27). Un día no muy lejano, nuestras voces también se elevarán junto a las de las huestes celestiales para proclamar: «Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos. Rey de los santos» (Apoc. 15: 3).
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera