miércoles, 30 de septiembre de 2009

PERDONADA POR JESÚS

¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros (Romanos 8: 33, 34).

María había sido considerada como una gran pecadora, pero Cristo conocía las circunstancias que hablan formado su vida. Él hubiera podido extinguir toda chispa de esperanza en su alma, pero no lo hizo. Era él quien la había liberado de la desesperación y la ruina. Siete veces ella había oído la reprensión que Cristo hiciera a los demonios que dirigían su corazón y mente. Habla oído su intenso clamor al Padre en su favor. Sabía cuan ofensivo es el pecado para su inmaculada pureza, y con su poder ella había vencido. Cuando a la vista humana su caso parecía desesperado, Cristo vio en María aptitudes para lo bueno. Vio los rasgos mejores de su carácter. El plan de la redención ha investido a la humanidad con grandes posibilidades, y que en María debían realizarse. Por su gracia, ella llegó a ser participante de la naturaleza divina. Aquella que había caído y cuya mente había sido habitación de demonios, fue puesta en estrecho compañerismo y ministerio con el Salvador. Fue María la que se sentaba a sus pies y aprendía de él. Fue María la que derramó en sus pies el precioso ungüento, y bañó sus pies con sus lágrimas. María estuvo junto a la cruz y le siguió hasta el sepulcro. María fue la primera en ir a la tumba después de su resurrección. Fue María la primera que proclamó al Salvador resucitado.
Jesús conoce las circunstancias que rodean a cada alma. Tú puedes decir: «Soy pecador, muy pecador». Puedes serlo; pero cuanto peor seas, tanto más necesitas a Jesús. Él no se aparta de ninguno que llora contrito. No dice a nadie todo lo que podía revelar, pero ordena a toda alma temblorosa que cobre aliento. Perdonará libremente a todo aquel que acude a él en busca de perdón y restauración. A las almas que se vuelven a él en procura de refugio, Jesús las eleva por encima de las acusaciones y contiendas de las lenguas. Ningún hombre ni ángel malo puede acusar a estas almas. Cristo las une a su propia naturaleza divino-humana. Ellas están de pie junto al gran Expiador del pecado, en la luz que procede del trono de Dios (E! Deseado de todas las gentes, pp. 521, 522).
Elena G. de White
Tomado de Manifestaciones de su amor

UN DÍA DE GRATITUD

Señor, muéstrame tus caminos; guíame por tus senderos. Salmo 25: 4


Septiembre es el mes en que tradicionalmente empieza la escuela. Hagamos que sea el mes de la educación. Cuando escribas la lista de las cosas por las que estás agradecido, concéntrate en las que están relacionadas con aprender. Puedes incluir ese mismo tema cuando pienses en tus peticiones especiales.



Tomado de la Matutina El Viaje Increible.

RENDIR CUENTAS

A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan;pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos. 1 Pedro 4:4,5.

¿Sabías que Jesús siempre rendía cuentas a su Padre? Aunque era el Hijo de Dios, siempre se dejó llevar por los designios de su Padre, y rendía cuentas de todo cuanto hacía. Para ilustrar esto, el apóstol Pablo uso una frase en Romanos 15: 3: «Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo». En toda circunstancia, Jesús siempre buscaba la aprobación divina y se dejaba guiar por la instrucción del Espíritu Santo. Las palabras clave de su vida eran: «No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió», la del Padre. Es preciso que reconozcamos que Jesús hacía todas estas cosas porque, aunque era Dios, rendía cuenta de todo cuanto realizaba para demostrar una filosofía de vida que desea que adopte cada uno de sus hijos. Además, Dios quiere que entendamos que no solamente hemos de rendir cuentas ante Dios, sino también ante nuestros semejantes. En algunos versículos, que algunos prefieren evitar, encontramos que la Biblia es muy directa cuando habla de rendir cuentas. Jesús nos recuerda que «de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio» (Mat. 12: 36). Cuando aceptes verdaderamente este concepto de rendir cuentas, te prometo que sucederá algo: Tú cambiarás. Hacer de esto parte de nuestra filosofía de vida cambiará muchísimo la forma en que vivimos. Si verdaderamente creemos que hay un Dios que observa nuestras acciones y ante el cual un día no muy lejano tendremos que rendir cuentas, debemos genuinamente cambiar nuestra conducta, nuestra actitud y nuestras palabras. El creer que toda la Escritura es inspirada divinamente nos exhorta a tomar en serio los versículos que nos recuerdan que hay un Dios que observa cada cosa que hacen sus hijos. Sin embargo, lo cierto es que a muchos de los hijos de Dios no les gusta aceptar que esto sea una realidad. Quizás quisiéramos que este tipo de versículos no estuviera en la Biblia, pero la aceptación de que es así forma parte de humillarnos ante Dios y tomar su Palabra en serio. Rendir cuentas era una de las maneras en que Jesús obtenía su gozo. Me pregunto si hemos aprendido el gozo de agradar a Dios en todo cuanto hacemos. Quiera Dios que sus hijos vivan hoy una vida que traiga gozo al corazón de nuestro Padre celestial.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.