Lugar: China
Palabra de Dios: Salmo 66:16
– ¿Gracias, doctor! ¡Muchas gracias! -dijo el señor Chen* mientras miraba, asombrado, a su alrededor.
La operación había sido exitosa, y luego de un tiempo de espera el médico había quitado, con cuidado, las vendas de sus ojos. ¡Podía ver nuevamente! Una vez, había pensado que nunca más podría ver, pero el médico misionero lo había curado de su ceguera.
-Volveré -prometió el señor Chen.
Y así fue, unas pocas semanas más tarde estaba de vuelta. Pero, no había regresado solo.
-Doctor, traje a algunas personas conmigo -comentó-. Les dije lo que usted podía hacer por ellas.
El médico miró hacia afuera. Para su sorpresa, contó 48 personas ciegas allí, de pie, esperándolo. Se veían cansadas, como si hubiesen viajado desde lejos.
-¿Cómo logró traerlos? -preguntó el médico.
Puesto que esto ocurría en tiempos en que no había medios de transporte accesibles, el profesional sabía cuán difícil era viajar de un lugar a otro, aun sin ser ciego.
-No fue fácil -respondió el señor Chen-. Hemos caminado durante días. Ellos se tomaron de una cuerda, y yo los guié hasta aquí.
La cadena de personas ciegas había caminado cuatrocientos kilómetros, para consultar al doctor.
Por cuanto el señor Chen había vivido algo maravilloso en su vida, no pudo guardarse las buenas noticias solo para él. Cuando algo bueno nos ocurre a nosotros, ¿se lo contamos a otros? Por ejemplo, ¿ha hecho Jesús algo en tu vida? ¿Qué ha hecho por ti? No te guardes las buenas noticias solamente para ti. Actúa como el señor Chen, y compártelas con los que te rodean. Diles: “Vengan ustedes, temerosos de Dios, escuchen, que voy a contarles todo lo que él ha hecho por mí”.
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson