«Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era cerca del mediodía» (Juan 4:6).
Espera, ¿no estás cansado? Ya hemos caminado bastante este año. ¡Casi estamos en noviembre! ¿Alguna vez has caminado tanto que tus músculos han quedado tan cansados que te duelen? ¿Sabes por qué tus músculos se cansan? Te voy a dar dos razones.
Tus músculos, y de hecho todo tu cuerpo, necesitan aire y agua. Cuando caminas mucho, los músculos necesitan más aire y agua de lo común, y por eso se cansan. Cuando caminas también necesitas combustible. Así como un vehículo necesita gasolina para poder moverse, tu cuerpo necesita alimentos para funcionar adecuadamente. Si no te alimentas bien, tus músculos no podrán funcionar como deberían y pueden quedarse sin combustible.
En el versículo de hoy leemos que Jesús se cansó como cualquiera de nosotros. Eso significa que aunque él era Dios, también era un ser humano. Por eso, él entiende cada cosa que nosotros experimentamos. ¿No te hace sentir bien que Jesús haya venido a esta tierra para salvarnos? A mí me encanta pensar en Jesús. ¡Esa es una cosa de la que nunca me cansaré!
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush