Lugar: Maryland, EE. UU.
Palabra de Dios: Hebreos 4:15,16.
Cuando Roger Martin entró en el aula y se sentó, todos se dieron cuenta. Era el primer día de clases en la Universidad Saint John, y acababa de entrar en un aula llena de alumnos de primer año.
Aunque Roger también era alumno de primer año, se destacaba entre todo el resto del alumnado. No era por la forma en que estaba peinado, ni por la ropa ni por la mochila que llevaba. Lo que llamó la atención de todos hacia él fue el hecho de que Roger tenía, por lo menos, cuarenta años más que el resto de los estudiantes. Sonó el timbre, y el profesor comenzó a pasar lista. Roger estaba matriculado para esa materia, y en realidad era el alumno de primer año de más edad.
Los demás estudiantes sentían curiosidad por saber por qué este "viejo" estaba de vuelta en la escuela. Quizás había dejado de estudiar cuando era joven, y ahora había decidido terminar sus estudios. O, tal vez, estaba pensando en cambiar de profesión. O, a lo mejor, le gustaba estar con gente más joven que él.
Roger no intentó esconder su identidad.
-Soy el rector de una universidad cercana -les explicó.
Y entonces ¿por qué estaba en un aula? Porque quería experimentar de primera mano lo que sus alumnos estaban viviendo. De esa manera podría ser un mejor rector de universidad, y podría entender las necesidades de los alumnos.
Suena parecido a lo que Jesús hizo por nosotros, ¿no es cierto? Hace unos dos mil años, él dejó su hogar en el cielo, para venir a vivir aquí, en la Tierra, como un ser humano, como uno de nosotros. Y ahora Jesús, también conocido como nuestro Sumo Sacerdote, no es "incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino... que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado". Por eso, podemos acercarnos "confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos".
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson
Palabra de Dios: Hebreos 4:15,16.
Cuando Roger Martin entró en el aula y se sentó, todos se dieron cuenta. Era el primer día de clases en la Universidad Saint John, y acababa de entrar en un aula llena de alumnos de primer año.
Aunque Roger también era alumno de primer año, se destacaba entre todo el resto del alumnado. No era por la forma en que estaba peinado, ni por la ropa ni por la mochila que llevaba. Lo que llamó la atención de todos hacia él fue el hecho de que Roger tenía, por lo menos, cuarenta años más que el resto de los estudiantes. Sonó el timbre, y el profesor comenzó a pasar lista. Roger estaba matriculado para esa materia, y en realidad era el alumno de primer año de más edad.
Los demás estudiantes sentían curiosidad por saber por qué este "viejo" estaba de vuelta en la escuela. Quizás había dejado de estudiar cuando era joven, y ahora había decidido terminar sus estudios. O, tal vez, estaba pensando en cambiar de profesión. O, a lo mejor, le gustaba estar con gente más joven que él.
Roger no intentó esconder su identidad.
-Soy el rector de una universidad cercana -les explicó.
Y entonces ¿por qué estaba en un aula? Porque quería experimentar de primera mano lo que sus alumnos estaban viviendo. De esa manera podría ser un mejor rector de universidad, y podría entender las necesidades de los alumnos.
Suena parecido a lo que Jesús hizo por nosotros, ¿no es cierto? Hace unos dos mil años, él dejó su hogar en el cielo, para venir a vivir aquí, en la Tierra, como un ser humano, como uno de nosotros. Y ahora Jesús, también conocido como nuestro Sumo Sacerdote, no es "incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino... que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado". Por eso, podemos acercarnos "confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos".
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson