«"Honro a tu padre y a tu madre"—que es el primer mandamiento con promesa para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra» (Efesios 6: 2-3).
Existen estudios en los que se comprueba que la armonía familiar general va ligada a la salud (física y mental) y, por lo tanto, a la longevidad de sus miembros. Entendemos que esta interacción familiar positiva incluye el respeto de los padres hacia los hijos, así como la honra y la obediencia de los hijos hacia los padres, lo cual es coherente con la promesa bíblica del versículo de hoy.
Las Escrituras exaltan de diversas formas el reconocimiento de los hijos hacia sus progenitores. La honra a los padres es muy importante, por eso ha sido incluida en el Decálogo (Exodo 20: 12). El profeta Jeremías hace referencia a bendiciones significativas como resultado de la obediencia a los padres (Jeremías 35: 18-19). El sabio Salomón declara que «el hijo sabio recibe el consejo del padre, pero el insolente no escucha las reprensiones» (Proverbios 13: 1).
Jesús reprobó duramente (Mateo 15: 3-9) a quienes se valían de artimañas legales para no auxiliar a sus padres. Los legisladores religiosos de su tiempo habían hecho ajustes para evitar el mandamiento de Dios. Utilizaban la idea de corbán como algo dedicado a Dios o al templo. Con tal clasificación, cerraban herméticamente sus bienes para no transferirlos a ningún otro beneficiario. Así, cualquier sacerdote, escriba o fariseo podía declarar sus posesiones y recursos como corbán; cuando padre o madre acudiesen en necesidad de ayuda, el hijo explicaba: «No puedo ayudarte porque todo lo que tengo es corbán». Se trataba de un entramado legal para eludir la obligación moral.
Por su parte, el apóstol Pablo incluye a los «desobedientes a los padres» junto con los perversos de los últimos tiempos: amadores de sí mismos, avaros, vanidosos, soberbios, blasfemos, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, sin templanza, crueles, enemigos de lo bueno, traidores, entre otros (2 Timoteo 3: 2).
Cuando pensamos en la durísima tarea de ser padres, satisfaciendo tan diferentes y cambiantes necesidades casi siempre sin recibir gratitud, no podemos sino concluir que los hijos deben honrar a los padres mediante su obediencia y amor. Es cierto que algunos progenitores no aman a sus hijos y hasta pueden hacerles daño o explotarlos. Pero la mayoría de los padres hacen un uso correcto de su autoridad y actúan de acuerdo a las ordenanzas divinas.
Honremos hoy a nuestros padres y sigamos el mandato del Señor: «Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor» (Colosenses 3: 20).
DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2020.
UN CORAZÓN ALEGRE
Julián Melgosa y Laura Fidanza
Lecturas devocionales para Adultos 2020.