«Amos le respondió a Amasias: "Yo no soy profeta ni hijo de profeta, sino que cuido ovejas y cultivo higueras. Pero el Señor me sacó de detrás del rebaño y me dijo: 'Ve y profetiza a mi pueblo Israel'"» (Amos 7: 14,15, NVI).
¿Te lo imaginas? Estamos caminando por un campo lleno de higueras y encontramos que Amos, un profeta de Dios, es un simple agricultor que está a cargo de ovejas y de unos árboles frutales. ¿No es asombroso lo que Dios puede hacer con alguien que quiere servirlo?
La higuera es un árbol que se menciona en diversos lugares de la Biblia. El sicómoro al que se subió Zaqueo para ver a Jesús cuando pasaba, es un tipo de higuera. De este árbol obtenemos el higo, una fruta muy dulce llena de semillas. Para que esta fruta pueda crecer adecuadamente, alguien debe encargarse de su cuidado. Si el encargado de esta labor es una persona experimentada, los frutos serán dulces y jugosos.
Nosotros también somos como una higuera. Si dejamos que Jesús cuide de nosotros, él producirá frutos que los demás podrán apreciar. La Biblia dice que conoceremos cuál es el pueblo de Dios por sus frutos. En otras palabras, la gente verá el amor de Jesús brillar a través de nuestras acciones. Dios puede hacer cosas asombrosas con nosotros y producir frutos maravillosos en nuestras vidas. Deja que el gran «Granjero» del universo cuide de ti y observa cómo crecen tus frutos.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush