¿os que aman tu ley disfrutan de gran bienestar, y nada los hace tropezar (Salmo 119: 165).
En méxico es famoso un dicho que dice: «El que se enoja pierde». Déjame decirte que eso es muy cierto porque, como leemos el versículo de esta mañana, los que aman a Dios tienen paz. Pero si tú tienes un resentimiento esto te lleva al fracaso y pierdes. Cuando te enfadas el propósito de Dios en tu vida se anula, ya que esto afecta tu vida física, mental, espiritual y hasta financiera. Leemos también que este versículo dice que no hay para nosotros tropiezo, es decir, nada ni nadie nos podrá ofender si no lo permitimos. Debemos saber que el insulto es externo, es decir, que proviene de alguna persona o comentario y eso no lo podemos detener, pero al momento en que eso externo llega a ti, se convierte en interno y es ahí donde podemos impedir que nos dañe. Sentiremos quizá dolor, pero éste pasará y no debemos dejar que pase más allá porque de lo contrario esa amargura y resentimiento van a echar a perder nuestra vida. Cuando estamos invadidas por el malestar nada en nosotras está bien y además imaginamos desgracias inexistentes. Nuestra mente vuela y comenzamos a chismear, a amargar a otros y a magnificar detalles que solo nos lastiman más. No permitamos que el espíritu de la ofensa crezca en nuestro corazón. Al perdonar nos purificamos y vivimos en completa paz, de lo contrario vivimos enojadas con Dios, con alguna persona o con alguna cosa y eso nos daña, ya que la ofensa detiene nuestro avance. Suelta esta mañana esa ofensa y di: «No permitiré que nada ni nadie me aleje de mi Padre celestial».
En méxico es famoso un dicho que dice: «El que se enoja pierde». Déjame decirte que eso es muy cierto porque, como leemos el versículo de esta mañana, los que aman a Dios tienen paz. Pero si tú tienes un resentimiento esto te lleva al fracaso y pierdes. Cuando te enfadas el propósito de Dios en tu vida se anula, ya que esto afecta tu vida física, mental, espiritual y hasta financiera. Leemos también que este versículo dice que no hay para nosotros tropiezo, es decir, nada ni nadie nos podrá ofender si no lo permitimos. Debemos saber que el insulto es externo, es decir, que proviene de alguna persona o comentario y eso no lo podemos detener, pero al momento en que eso externo llega a ti, se convierte en interno y es ahí donde podemos impedir que nos dañe. Sentiremos quizá dolor, pero éste pasará y no debemos dejar que pase más allá porque de lo contrario esa amargura y resentimiento van a echar a perder nuestra vida. Cuando estamos invadidas por el malestar nada en nosotras está bien y además imaginamos desgracias inexistentes. Nuestra mente vuela y comenzamos a chismear, a amargar a otros y a magnificar detalles que solo nos lastiman más. No permitamos que el espíritu de la ofensa crezca en nuestro corazón. Al perdonar nos purificamos y vivimos en completa paz, de lo contrario vivimos enojadas con Dios, con alguna persona o con alguna cosa y eso nos daña, ya que la ofensa detiene nuestro avance. Suelta esta mañana esa ofensa y di: «No permitiré que nada ni nadie me aleje de mi Padre celestial».
Patricia Velasco de Aguilar
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.