domingo, 19 de junio de 2011

CORRE HASTA LA META

No pretendo haberla ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás y entendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (Filipenses 3:13,14).

Cuenta una antigua leyenda que en una selva vivían tres leones muy fuertes. Un día, el mono, que había sido elegido rey por los mismos animales, convocó una reunión para decidir quién de los tres leones seria su sucesor. Tras mucho deliberar, decidieron que el que fuera capaz de escalar la montaña más alta sería coronado rey.
Los tres leones aceptaron el reto y emprendieron la marcha con muchas energías, pero no obtuvieron éxito en su empresa, y bajaron derrotados. Siendo que no podían elegir al nuevo rey, los animales pidieron ayuda a un águila. «Yo sé quién debe, ser el nuevo rey -dijo el ave—. Mientras acompañaba en mi vuelo a los leones, escuché lo que decían. Los dos primeros dijeron: "¡Montaña, me has vencido!", pero el tercero dijo: "¡Aunque me has vencido, solo es por ahora! Tú has llegado al límite de tu tamaño, pero yo todavía estoy creciendo"».
En medio de las dificultades, el tercer león supo mirar hacia arriba y encontrar esperanza en la victoria que vislumbraba. Como mujeres cristianas a veces nos sentimos derrotadas por las enormes montañas que a diario se presentan ante nosotras y que debemos vencer. Tenemos grandes retos en la enseñanza de nuestros hijos, en las tareas del hogar, en los estudios, en el trabajo, en la conservación de la familia y en la gestión de las emociones.
Hoy te invito a que repitas las palabras de este sabio león, que revelan el secreto del éxito. Allá en el cielo está Jesús, quien nos ayuda a crecer diariamente. Puede ser que no alcances aún la montaña que te has propuesto escalar, pero como el apóstol Pablo puedes aprender a olvidar el pasado, las derrotas que ponen freno a tu presente y a tu futuro. Extiéndete hacia lo que está delante, prosigue hacia la meta. Tienes un objetivo que alcanzar, un premio que recibir. Corre, no te detengas. Sigue creciendo.
El que pone sus ojos en la meta, recibe el poder divino para obtener el premio.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

"EL CONTRA"

Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí. Jonás 1:2.

Hace muchos años, en una comedia televisiva aparecía un personaje al que llamaban "el contra". Este personaje, representado por un hombre de unos cuarenta años de edad, hacía y decía todo lo contrario sobre la estrella invitada en cada programa. Si se invitaba al mejor futbolista, él lo confundía con su rival, si estaba presente una modelo famosa, él la trataba como a una principiante, así hacía con todos los que pasaban por su programa. Su propósito era contrariar, confundir y trastocar al invitado famoso, haciéndole sentir que no se lo reconocía como tal.
En la vida espiritual, muchas veces nos vemos tentados a actuar así con Dios. Sabemos cuál es su voluntad, conocemos su camino porque está claramente expresado en la Palabra, pero decidimos seguir nuestra propia voluntad, aun cuando eso nos traiga consecuencias lamentables.
Ese fue el caso de Jonás, el profeta a quien se dio el mandato: "Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí". Lo lógico hubiera sido que Jonás hubiera obedecido a la voz divina, pero creyendo que su Dios solo estaba confinado a las tierra de Israel, decidió embarcarse y "huir de la presencia de Jehová" (Jon. 1:3).
Este proceder natural y humano también se repite en nuestros días, de diferentes maneras pero siempre bajo el mismo principio: evitar hacer la voluntad divina. Por ejemplo, cuando alguien dice: "Aunque él no sea adventista, ¿por qué no puedo casarme con este muchacho, si es tan bueno y tan cariñoso conmigo?" "¿Estará mal, si trabajo un sábado, ya que si no lo hago puedo perder mi empleo?" "No creo que el Señor desapruebe mis relaciones sexuales con mi pareja, él sabe que nos amamos mucho".
Para cada uno de estos razonamientos, hay un claro "escrito está" (Mat. 4:4) en la Palabra de Dios. El Señor no quiere que sus hijos se casen con incrédulos, anhela que respeten todos sus mandamientos, incluso el cuarto, y no le gusta que se practiquen relaciones sexuales fuera del matrimonio. Tal es su voluntad y su propósito, y no va a cambiar.
Si en verdad deseas alcanzar el éxito profesional y espiritual, no actúes como "el contra" delante de Dios. Joñas aprendió a obedecer al borde de la muerte, y su ejemplo te puede ayudar a no cometer el mismo error. Confía plenamente en la Palabra revelada, con sumisión y mansedumbre acepta el designio de Dios para tu vida.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

PROSPERIDAD Y MANDAMIENTOS

Porque siguió a Jehová, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés. 2 Reyes 18:6.

¿Algún día lo lograré?, se pregunta. El éxito de sus padres la asusta. Thais es una chica llena de sueños, planes y proyectos. Acaba de diplomarse en Medicina. Los padres, ambos médicos, son famosos, con carreras sólidas y una excelente reputación en el ámbito profesional. Personas importantes acuden a la clínica de sus padres, y todo ese éxito la cohíbe y la atemoriza. ¿Cuál es el secreto de la prosperidad? ¿Cuál era el secreto de sus padres?
El versículo de hoy menciona el secreto de la prosperidad y del éxito en la vida del rey Ezequías. Y enseña una lección que debe ser tomada en cuenta por todo aquel que desea ser un vencedor. Todo lo que fue escrito en la Biblia fue escrito para nuestra edificación; el plan de Dios es mostrarte el camino y enseñarte a andar.
El problema de mucha gente es que desea tener éxito, pero usa los tres puntos del versículo de hoy en orden inverso. Nota el orden correcto: Seguir a Dios, no apartarse de él y, después, guardar sus mandamientos. Este último es consecuencia, y no causa.
Algunos sinceros hijos de Dios piensan que pueden lograr que Dios los ame más haciendo algo. ¡Eso es imposible! ¡Nada que yo haga logrará que Dios me ame más, así como no hay algo que yo haga para que Dios me ame menos!
Guardar los mandamientos solo vale si es una consecuencia de seguir a Dios y no apartarse de él. La obediencia es fruto de relacionarse correctamente con la Fuente de la obediencia, que es Jesús.
Hoy comenzaste tu día haciendo una buena decisión: cultivar la comunión con Dios, seguirlo, no apartarte de él. El resultado será la obediencia natural a los mandamientos. Será una experiencia tan placentera como beber una limonada fría en una tarda caliente de verano. Ese es el secreto de la prosperidad y de la victoria.
Thais, Joáo, Marcos, Luisa; no importa tu nombre ni cuáles sean tus sueños; no importan los gigantes que necesitas vencer. Lo que importa es que has descubierto el secreto de la prosperidad. Haz como Ezequías, "porque siguió a Jehová, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Jehová prescribió a Moisés".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón