«Pueden comer de toda ave pura, pero hay algunas de las cuales no deben comer: [...] el murciélago» (Deuteronomio 14:11-18).
Ya se ha puesto el sol, pero todavía hay un poco de luz. ¿Qué es eso que está volando? ¿Son pájaros? No creo. Vuelan de manera diferente. Van y vienen como si estuvieran tratando de escapar de algo. Mientras caminamos al caer la noche con los israelitas, los niños se quedan observando estas criaturas. ¿Sabes qué son? Correcto: son murciélagos.
Los murciélagos ayudan a la gente porque se comen a los insectos. Si no lo hicieran, habría demasiados insectos en todas partes. Los murciélagos lanzan ondas de sonido que rebotan en los insectos. De esa manera, ellos saben dónde está el insecto, se lanzan hacia él y se lo comen. Si no fuera por esas ondas de sonido, los murciélagos no podrían cazar su cena en la oscuridad.
El Espíritu Santo trabaja de forma parecida. Él puede ayudarnos a encontrar personas que necesitan de nuestra ayuda. Podemos pasar al lado de alguien que necesita que lo animen, y el Espíritu Santo nos dirá de alguna manera que debemos parar y hablar con esa persona. Sintonízate hoy con Jesús y él le ayudará a encontrar a las personas en necesidad más más rápido de lo que tarda un murciélago en encontrar un insecto.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush