“Ya no los llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; yo los he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, se las he dado a conocer a ustedes. Ustedes no me eligieron a mí. Más bien, yo los elegí a ustedes”. Juan 15:15, 16, RVC
Volvamos un momento a aquel patio de escuela a la hora del recreo. Nunca fui uno de los deportistas de la escuela. No era el que mejor pateaba el balón, ni el que más rápido corría en la pista. Tanto es así que si el maestro me hubiese pedido alguna vez ser el capitán de un equipo en la hora del recreo, ¡sin duda no me habría elegido a mí mismo!
Pero no era un caso del todo perdido. Porque tenía un amigo que tenía muchas más habilidades atléticas que yo. Y siempre que el maestro lo elegía para que fuera capitán, yo sabía que, tarde o temprano, me elegiría para su equipo. Debo confesar que nunca me senté realmente a analizar todos los ángulos psicológicos para determinar si me escogía por pena o amistad. No importaba, porque ¡me elegía!
En la víspera de su ejecución, Jesús estudió el rostro de los que habían permanecido con él tanto tiempo. Al día siguiente moriría por ellos. Aquella noche debía decirles cuánto significaban para él. Por otra parte, ¿te fijaste en la palabra que usó para describirlos en nuestro texto? “Os he llamado amigos”. Y la maravillosa realidad de tener un amigo como Capitán es la certeza de que te va a elegir. Y, como era de esperar, apenas Jesús nos llama amigos suyos, declara: “Yo os elegí a vosotros”.
Y es bueno que lo tengamos claro: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros”. Lo cual, por supuesto, es la verdad sobre los elegidos: Se elige a Aquel que te elige a ti. Como en el recreo. Cuando por fin pronuncian tu nombre y vas corriendo a unirte a tu amigo que acaba de librarte de esa fila solitaria, eliges alegremente estar en el equipo del capitán. ¡Aleluya! ¿Por qué? Porque él te eligió primero, tú lo eliges a él en reciprocidad. “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros”.
Y esa es la verdad sobre los dos movimientos de “entrada” que Dios ha suscitado. Ninguno lo eligió a él primero: él los eligió a ellos. Y, por humilde gratitud, ambos lo eligieron a él en reciprocidad.
“Y Jehová ha declarado hoy que tú eres pueblo suyo, de su exclusiva posesión, como te lo ha prometido” (Deut. 26:18). Por eso, cuando has sido elegido, por gratitud, en reciprocidad, ¡lo eliges a él rápidamente!
Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
#ElSueñoDeDiosParaTi #MeditacionesMatutinas #DevocionMatutinaParaAdultos #vigorespiritual #plenitudespiritual #FliaHernándezQuitian