«El sepulcro y la muerte nunca se sacian, y los ojos del hombre jamás están satisfechos» (Proverbios 27:20).
En el libro de Eclesiastés, Salomón se refiere al problema de la insatisfacción humana. El sabio afirma que todo pasa demasiado rápido y en grandes cantidades. Es imposible para el ser humano captar y asimilar todo lo que sucede delante de él. Apenas logra capturar unas cuantas pinceladas de la realidad, las cuales corresponden a su existencia, siempre fugaz. No obstante, esta fugacidad, esta enorme cantidad de estímulos visuales acarrea un gran problema al ser humano, a saber, la insatisfacción: «Todas las cosas fatigan más de lo que es posible expresar. ¡Los ojos nunca se cansan de ver, ni se fatigan los oídos de oír!» (Eclesiastés 1: 8). Querer satisfacer al corazón del hombre a través de medios puramente humanos es absurdo.
¿Pero cómo es posible aburrirse en un mundo donde hay tanto que ver? En una sociedad como la nuestra, donde se favorece lo espectacular, sería lógico pensar que el aburrimiento fuera una actitud poco usual. ¡Pero es justo lo contrario! ¿Cómo es posible estar aburridos en una sociedad que ofrece tantas distracciones y entretenimiento? Hoy puedes ver en la televisión todo tipo de películas, espectáculos deportivos, telenovelas, programas humorísticos, documentales, etcétera; o puedes ir a un concierto, un centro recreativo o una zona comercial. Sin embargo, para mucha gente la vida es monótona, insípida, repetitiva, rutinaria y poco significativa. Esto sucede, en parte, debido a la excesiva estimulación a la que la población está sometida, es decir, hay tantas cosas excitantes que demandan su atención que, paulatinamente, llega a ser incapaz de cribar y escoger entre tantas opciones. Como consecuencia, cierra su atención a todo. Ya no sabe qué información es relevante y empieza a perder la capacidad de encontrar el significado de algo (Richard Winter, Still Bored in a Culture of Entertainment, Downers Grove: Inter Varsity Press, 2002, pág. 36). Así que el aburrimiento es una alegoría de la condición posmoderna.
¿Estamos condenados a la insatisfacción y al aburrimiento? No. Al respecto, Jesús le dijo a la mujer samaritana una gran verdad: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás. Más bien, el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que fluya para vida eterna» (Juan 4: 13-14). Es junto a él donde encontramos el verdadero sentido de nuestras vidas.
Pide hoy al Señor que te dé a beber esa agua de vida eterna.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA JÓVENES 2020
UNA NUEVA VERSIÓN DE TI
Alejandro Medina Villarreal
Lecturas devocionales para Jóvenes 2020