miércoles, 27 de enero de 2010

HONREMOS A NUESTROS PADRES

Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da (Éxodo 20:12).

Mientras revisaba mi correo electrónico, encontré un mensaje de un querido amigo. No hablamos muy a menudo, pero yo le había enviado un forward de cómo los hijos deben responder a las necesidades de sus padres ancianos. Algunas sugerencias incluían mostrar paciencia al escuchar historias repetidas y al esperar una oración completa, cuando es difícil para ellos recordar algo. Mi amigo me respondió contándome cuan oportuno y valioso había sido ese e-mail, porque recientemente había comenzado a cuidar de su madre anciana; se había convertido en una carga, especialmente porque necesitaba cuidado permanente. Estaba desesperado, y consideraba la idea de buscar cuidados alternativos.
Cuidar de nuestros padres ancianos es difícil algunas veces; y a menudo es cansador. Se necesita mucho amor, amabilidad, compasión y paciencia. Y quienes tienen estas características demuestran el amor de Cristo, porque es únicamente por medio de él que se demuestran estas virtudes. Nuestros padres realizaron muchos sacrificios en favor de nosotros. Parece que nos falla la memoria cuando tratamos de recordar los actos desinteresados que realizaron cuando éramos pequeños y durante aquellos años difíciles de la adolescencia. Olvidamos las palabras duras que pudimos haberles dicho cuando nos disciplinaban. El perdón no era una opción; ellos continuaban amándonos y estaban resueltos a conducirnos por el sendero angosto.
¡Qué privilegiadas somos cuando Dios permite que cuidemos amorosamente de nuestros padres ancianos! El nos ordenó, en los Mandamientos, que los honremos y nos hagamos cargo de ellos. No hacerlo sería deshonrar a Dios.
Mi madre tiene 93 años de edad ¡y es un encanto! Nunca se pierde la oportunidad de compartir el amor de Dios con quienes conoce. Cuando no está trabajando en el jardín pasa la mayor parte de su tiempo leyendo las Escrituras y desarrollando su vida espiritual. Mi hermana y yo la atendemos con amor, y siempre nos da las gracias. Tal vez escuchar la misma historia se vuelva monótono, no obstante, sé que es un tiempo precioso.
Honra a tu padre y a tu madre, porque tu recompensa excederá grandemente cualquier otra cosa que puedas hacer.

Sylvia Giles Bennett
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

DEPENDER DE DIOS EN TODO MOMENTO

¿Y quién te nombró a ti gobernante y juez sobre nosotros? [...] ¿Acaso piensas matarme a mí, como mataste al egipcio? Esto le causó temor a Moisés, pues pensó: «¡Ya se supo lo que hice!». Éxodo 2:14

¿Qué crees que haya atemorizado a Moisés? ¿Quebranta la ley? ¿Saber que había sido descubierto? ¿Crees que se había arrepentido de su crimen del día anterior ¿Qué te dice este incidente de la idoneidad de Moisés para comenzar a cumplir la misión que Dios había mi previsto para él? Entre el versículo 10 y el 11 del segundo capítulo del libro de Éxodo se desarrolla todo un periodo de preparación de Moisés en la corte egipcia como nieto del faraón, y por ende, como potencial herido del trono.
Dejó la humilde escuela de su hogar, bajo la dirección de su madre como maestra, para ingresar a la universidad más importante de aquella época. Sin duda que gozó de privilegios muy especiales y llegó a figurar entre los mejores del ejército por sus habilidades, su inteligencia y su liderazgo. Seguro que reflexionó muchas veces acerca de la liberación de su pueblo. En la galería de los héroes de la fe quedó registrado que «renunció a ser llamado hijo de la hija del faraón. Prefirió ser maltratado con el pueblo de Dios» (Hebreos 11: 24, 25).
Pero la educación recibida en la corte había tenido efecto en su propia suficiencia. Es muy probable que haya llegado a pensar que los conocimientos adquiridos, sus talentos y habilidades cultivadas, así como su actitud triunfadora lo habían preparado para actuar. Así que decidió conducirse bajo las directrices de su propia agenda. ¡Y se equivocó!
¿Acaso se equivocó de misión? ¡Por supuesto que no! ¿Acaso erró en la estrategia? ¡De ninguna manera! A fin de cuentas, millares de egipcios murieron la noche de la Pascua en la que él mismo guió a su pueblo para salir de Egipto, y un buen número más pereció en el Mar Rojo. Se equivocó de momento. La vida está hecha de lapsos, y es importante que en cada instante estemos bajo la dirección de Dios, para no tener miedo.

«Su voz se revela también en sus obras providenciales; y la reconoceremos si no separamos nuestras almas de él andando en nuestros propios caminos, procediendo de acuerdo con nuestra propia voluntad». MJ 154.


Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

LOS PELIGROS DEL ERROR

Ustedes estaban corriendo bien. ¿Quién los estorbó para que dejaran de obedecer a la verdad? Tal instigación no puede venir de Dios, que es quien los ha llamado (Calatas 5: 7-8).

La importancia del mensaje de la justificación por la fe consiste en el hecho de que es la esencia del evangelio. Cualquier distorsión del evangelio conlleva una maldición. Del mismo modo, debemos ser cuidadosos con respecto al mensaje de la justificación por la fe, porque cualquier cosa que altere su esencia introduce una modificación en el evangelio, lo cual implica una maldición. Por lo tanto, debemos ser cuidadosos en su formulación.
Así que, al describir la importancia de este mensaje, se encuentra primero con el hecho de que es la esencia del evangelio de Cristo; en eso radica su importancia fundamental. Pero también hay otros elementos que hacen resaltar su importancia.
Si no entendemos este mensaje, ponemos en peligro nuestro bienestar espiritual presente y futuro. Notemos estas palabras tan oportunas de Elena G. de White: «No hay uno en cien que entienda por sí mismo la verdad bíblica sobre este tema que es tan necesario para nuestro bienestar presente y eterno» (Mensajes selectos, t. 1, p. 422). Este mensaje es tan importante que está anclado al bienestar espiritual presente y eterno. Sugiere que si no lo entendemos correctamente, no tendremos salud espiritual en el presente. El éxito de la carrera cristiana tiene que ver con lo que llamamos salud espiritual. La vida cristiana está llena de riesgos y peligros por todas partes. La inferencia es que si no tenemos la salud espiritual necesaria, no podremos tener éxito en nuestra lucha contra el mal. Si no hay salud, estamos enfermos; y si estamos enfermos, estamos débiles; y si estamos débiles, no tendremos fuerzas para luchar; y si no luchamos, caeremos.
También la comprensión de este mensaje se asocia con la vida futura, es decir, la vida eterna. Esto implica que si no lo entendemos correctamente, estamos en peligro de perdernos. Eso le da una seriedad muy grande a este asunto.
Resulta también alarmante que en tiempos de Elena G. de White hubiera tan pocas personas que entendieran correctamente este mensaje. ¿Cómo estaremos hoy? Ojalá que a través de estas reflexiones lo entendamos mejor, y consecuentemente tengamos una mejor salud espiritual.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

SIN TEMOR AL DECRETO REAL

Ya crecido el niño, se lo llevó a la hija del faraón, y ella lo adoptó como hijo suyo; además, le puso por nombre Moisés, pues dijo: «I Yo lo saqué del río!» Éxodo 2:10.

¿Cuándo crees que Jocabed lloró más: el día que puso a su bebé en la orilla del río o el día que lo dejó en el palacio del faraón? La primera vez, a la orilla del río, quiso esconderlo del monarca egipcio, y ahora se lo entregaba. Sí, al más poderoso de los gobernantes, y también, al parecer de Jocabed, a un ser humano cruel y sin escrúpulos. ¿Te puedes imaginar la caminata de Jocabed de regreso a su casa?
Yo creo que la madre de Moisés lloró más la primera vez, a la orilla del río. Me la imagino que secaba sus lágrimas, pero con una mirada confiada, y al llegar a su casa infundió ánimo a sus otros hijos con palabras más o menos como estas: «Hijos, no tenemos nada que temer al futuro a menos que olvidemos cómo Dios protegió a nuestro niño en el pasado».
Conoces muy bien la historia de Moisés, el más grande legislador en la historia humana. Estuvo bajo los cuidados de su madre hasta los doce años, periodo en el cual se establecieron los fundamentos de su lealtad al destino que Dios había provisto para su pueblo. En el Nuevo Testamento encontramos una declaración que arroja luz sobre los sentimientos y la turbulencia que se generó en la casa del pequeño Moisés cuando sobrevino la crisis: «Sus padres [...] no tuvieron miedo del edicto del rey» (Hebreos 11:23).
Sin duda, Moisés aprendió a vivir en su hogar en medio de un gran conflicto, con la convicción que Dios lo guiaba mientras crecía en el palacio del rey. Esa es la lección más importante para nuestra vida: Llegar a tener la seguridad de que actuamos en armonía con la voluntad de Dios.

«Los que al fin salgan victoriosos, tendrán épocas de terrible perplejidad y prueba en su vida religiosa; pero no deben desechar su confianza, pues es esta una parte de su disciplina en la escuela de Cristo y es esencial a fin de que toda la escoria pueda ser eliminada». MJ 61

Tomado de la Matutina ¡Libérate!