Compartid las necesidades de los santos y practicad la hospitalidad. (Romanos 12:13).
Por último, aunque no menos importante. Pablo nos exhorta a recuperar la práctica de la hospitalidad. Esta palabra produce pánico en nuestros días. ¿Por qué? Por la falla de amor. El mismo Cristo lo dijo: «Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará» (Mat. 24: 12). La maldad de nuestros días nos ha puesto difícil ser hospitalarios por los riesgos que entraña. Dios, que conoce el fin desde el principio, profetizó cómo evolucionaría la humanidad con respecto al amor, pero de ninguna manera estimuló dicha actitud en nosotros, sino la contraria. La exhortación que recibimos a través del apóstol sigue siendo de vital importancia para nosotros hoy, si queremos desarrollar realmente el amor en toda su plenitud.
¿Has pasado alguna vez por una situación difícil en la que hayas sentido la frialdad de las personas que podrían haberte ayudado? ¿Has pensado en lo mal que se pueden sentir otros que tienen menos que tú? Recuerda que el principio básico del amor es dar no recibir. Cuando te sientas deprimida porque unos tienen para desperdiciar mientras que a ti te falta para cubrir tus necesidades básicas, mira hacia el cielo. Dios te da en forma abundante aunque tú no le des nada a cambio. ¡Eso es amor! ¿Amas tú así?
La conocida expresión «rio esperes que los demás hagan por ti lo que tú no estés dispuesto a hacer por ellos» no es aplicable a Dios, porque Dios ama incondicionalmente. A él no le afecta en lo más mínimo tu conducta, si amas o no, si eres feliz o no, si prosperas o no. Pero su corazón sí sufre, porque desea que su amor por ti sea correspondido.
Seguramente pensarás: «¿Cómo puedo hospedar a alguien que no conozco? En los tiempos bíblicos era distinto, no había tantos peligros». Y tienes razón, hasta cierto punto. La buena costumbre que tenían los patriarcas de velar para que nadie se quedara a la intemperie durante la noche es imposible de llevar a la práctica en nuestros días. Pero la esencia de esta costumbre no está obsoleta.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Por último, aunque no menos importante. Pablo nos exhorta a recuperar la práctica de la hospitalidad. Esta palabra produce pánico en nuestros días. ¿Por qué? Por la falla de amor. El mismo Cristo lo dijo: «Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará» (Mat. 24: 12). La maldad de nuestros días nos ha puesto difícil ser hospitalarios por los riesgos que entraña. Dios, que conoce el fin desde el principio, profetizó cómo evolucionaría la humanidad con respecto al amor, pero de ninguna manera estimuló dicha actitud en nosotros, sino la contraria. La exhortación que recibimos a través del apóstol sigue siendo de vital importancia para nosotros hoy, si queremos desarrollar realmente el amor en toda su plenitud.
¿Has pasado alguna vez por una situación difícil en la que hayas sentido la frialdad de las personas que podrían haberte ayudado? ¿Has pensado en lo mal que se pueden sentir otros que tienen menos que tú? Recuerda que el principio básico del amor es dar no recibir. Cuando te sientas deprimida porque unos tienen para desperdiciar mientras que a ti te falta para cubrir tus necesidades básicas, mira hacia el cielo. Dios te da en forma abundante aunque tú no le des nada a cambio. ¡Eso es amor! ¿Amas tú así?
La conocida expresión «rio esperes que los demás hagan por ti lo que tú no estés dispuesto a hacer por ellos» no es aplicable a Dios, porque Dios ama incondicionalmente. A él no le afecta en lo más mínimo tu conducta, si amas o no, si eres feliz o no, si prosperas o no. Pero su corazón sí sufre, porque desea que su amor por ti sea correspondido.
Seguramente pensarás: «¿Cómo puedo hospedar a alguien que no conozco? En los tiempos bíblicos era distinto, no había tantos peligros». Y tienes razón, hasta cierto punto. La buena costumbre que tenían los patriarcas de velar para que nadie se quedara a la intemperie durante la noche es imposible de llevar a la práctica en nuestros días. Pero la esencia de esta costumbre no está obsoleta.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera