Si alguien quiere venir en pos en de mí, niéguese así mismo, tome su cruz y sígame (Mateo 16:24).
Es relativamente fácil ser discípulo de alguien cuando todo con esa persona marcha bien. De hecho, Jesús tuvo seguidores que iban con él «por los panes y los peces». Sin embargo, seguir a Cristo no siempre nos proporciona panes y peces, sino todo lo contrario. Como él mismo dijo: «En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16: 33).
¿Qué significa ser un seguidor de Cristo? La pluma inspirada responde a esta pregunta de forma magistral: «Los seguidores de Cristo deben manifestar las características de su Señor ante el mundo. No deben descuidar su deber o dejar de prestarle la debida atención, ni tampoco deben ser indiferentes a su influencia, porque deben ser los representantes de Jesús en el mundo» (Review and Herald, 3 de diciembre de 1889).
Todos ejercemos una influencia; nuestras palabras y acciones dejan una impresión indeleble sobre los demás. Es nuestro deber vivir para el bien de los que nos rodean, y no pensando únicamente en nosotras mismas o dejándonos manejar por nuestros sentimientos. Tampoco debemos estar tan preocupadas, cansadas y agobiadas, que no podamos seguir llevando la fragancia de Cristo a los demás. Recordemos que solo tenemos una vida para vivir, y que Jesús vino a nuestro mundo para enseñamos a vivirla de modo que podamos representar su carácter.
Dios requiere que nos comportemos con dignidad en las pruebas y en las tentaciones. El Varón de dolores, experimentado en quebranto, está ante nosotros como nuestro ejemplo y nos dice: «Al vencedor le concederé que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono» (Apoc. 3: 21).
Atrévete a decirle a Cristo: «Señor, yo te seguiré, sin importar las circunstancias. Ayúdame a ser una hija tuya, digna representante de tu reino, y un día, cuando reúnas las coronas de victoria, que puedas poner una sobre mi cabeza en señal de triunfo».
«El que a mí viene, no lo echo fuera» (Juan 6: 37).
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Es relativamente fácil ser discípulo de alguien cuando todo con esa persona marcha bien. De hecho, Jesús tuvo seguidores que iban con él «por los panes y los peces». Sin embargo, seguir a Cristo no siempre nos proporciona panes y peces, sino todo lo contrario. Como él mismo dijo: «En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16: 33).
¿Qué significa ser un seguidor de Cristo? La pluma inspirada responde a esta pregunta de forma magistral: «Los seguidores de Cristo deben manifestar las características de su Señor ante el mundo. No deben descuidar su deber o dejar de prestarle la debida atención, ni tampoco deben ser indiferentes a su influencia, porque deben ser los representantes de Jesús en el mundo» (Review and Herald, 3 de diciembre de 1889).
Todos ejercemos una influencia; nuestras palabras y acciones dejan una impresión indeleble sobre los demás. Es nuestro deber vivir para el bien de los que nos rodean, y no pensando únicamente en nosotras mismas o dejándonos manejar por nuestros sentimientos. Tampoco debemos estar tan preocupadas, cansadas y agobiadas, que no podamos seguir llevando la fragancia de Cristo a los demás. Recordemos que solo tenemos una vida para vivir, y que Jesús vino a nuestro mundo para enseñamos a vivirla de modo que podamos representar su carácter.
Dios requiere que nos comportemos con dignidad en las pruebas y en las tentaciones. El Varón de dolores, experimentado en quebranto, está ante nosotros como nuestro ejemplo y nos dice: «Al vencedor le concederé que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono» (Apoc. 3: 21).
Atrévete a decirle a Cristo: «Señor, yo te seguiré, sin importar las circunstancias. Ayúdame a ser una hija tuya, digna representante de tu reino, y un día, cuando reúnas las coronas de victoria, que puedas poner una sobre mi cabeza en señal de triunfo».
«El que a mí viene, no lo echo fuera» (Juan 6: 37).
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera