lunes, 2 de enero de 2012

¡RESPIRA PROFUNDAMENTE!

«Entonces Dios el Señor formó al hombre de la tierra misma, y sopló en su nariz y le dio vida. Así el hombre se convirtió en un ser viviente» (Génesis 2: 7).

¡Detente un momento! ¿Hay algo que estés haciendo ahora mismo para lo que ni siquiera tengas que pensar? Vamos, ¡responde rápido! ¿Has dicho respirar? ¡Tienes razón! Respirar es lo que llamamos una «acción involuntaria». Eso significa que tu mente le ordena a tus pulmones que respiren sin que ni siquiera te des cuenta de ello.
Funciona de la siguiente manera: cuando respiras por la nariz o por la boca, el aire pasa por un tubo que se llama tráquea. De ahí pasa a los pulmones. Cuando el aire llega a los pulmones, unos minúsculos vasos sanguíneos que hay dentro de ellos toman el oxígeno y lo llevan a todas las partes de tu cuerpo que lo necesitan. Tus músculos necesitan oxígeno para funcionar; también tu mente e incluso tu corazón.
En ocasiones no nos damos cuenta, pero nosotros necesitamos a Jesús incluso más que al aire. Sin él, no podríamos vivir eternamente en el cielo. Respiremos profundamente a Jesús este día leyendo su Palabra y conversando con él en oración.
Este año, a medida que exploremos la Biblia, ¡no olvidemos respirar profundamente en Jesús!

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

ENTREGA DE NUESTROS HIJOS

Y Dios le dijo: «Toma ahora a tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, vete a tierra de Moriah y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré» (Génesis 22:2).

Abraham ya había demostrado ser un hombre de fe mediante su fiel obediencia al Señor, y había puesto de manifiesto que para él lo más importante era confiar plenamente en su Padre celestial. El Señor le había pedido que cambiara una existencia fácil y cómoda por una vida nómada y de trabajos. Es bueno recordar que en ocasiones Dios puede pedirnos que abandonemos posesiones o hábitos que nos impiden marchar por sendas de sacrificio. Lo que él desea es que desarrollemos los rasgos de carácter que nos ayudarán a ser trasladados a su reino. Cuando Abraham decidió seguir a Jehová lo dio todo por pérdida a fin de obtener lo que no perece ni tiene precio: la vida eterna.
El patriarca levantaba altares en todo lugar adonde llegaba, para luego en ellos adorar al Señor mediante sacrificios. Pero el día que Dios le pidió que tomara a su único hijo y lo sacrificara en un altar, Abraham fue probado al extremo. Quizá llegó a preguntarse: «¿Debo obedecer a Dios? ¿Es realmente Dios quien me está pidiendo que sacrifique a mi hijo? ¿Cómo llegaré a ser el padre de la promesa si obedezco?». Finalmente su fe venció, y se puso en marcha hacia la cumbre del monte Horeb. Abraham avanzaba con el corazón destrozado, pero con la certeza de que si entregaba a su hijo Isaac lo estaría colocando en las manos del Señor como en un depósito seguro. La decisión de desprenderse de su hijo le ayudó a reconocer el valor de entregar algo preciado al Señor como ofrenda.
Dios nos pide como madres que guiemos a nuestros hijos por la senda del deber sin ningún tipo de sentimentalismo. Nos llama para que les enseñemos por precepto y ejemplo lo que significa seguir las instrucciones divinas. El Espíritu Santo nos ayudará en la tarea de instruirlos en el temor de Dios, mientras aprenden a hacer uso del dominio propio y la sensatez. De este modo es como entregamos a nuestros hijos en el altar de Dios, para que él pueda recibirlos como ofrendas vivas que exalten su santo nombre.
Obedezcamos la voz de Dios para que podamos hacer nuestra la preciosa promesa: «En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz» (Gen. 22: 18).

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Lidia de Pastores pediatra, consejera, escritora y oradora internacional.

MONTAÑAS EN EL CAMINO

¿Hay acaso algo tan difícil que el Señor no pueda hacerlo? Génesis 18:14

Todd perdió una de sus piernas cuando tenía catorce años, mientras practicaba esquí acuático. Un accidente de tal magnitud habría sido causa suficiente para matar las aspiraciones de cualquiera, pero no las de Todd, como lo demuestra el hecho de que, varios años después del accidente, se graduó como psicoterapeuta y llegó a ser el director clínico de un centro de apoyo para personas con limitaciones físicas.
Su mayor logro, sin embargo, se produjo en la práctica de su deporte favorito: el alpinismo. Para demostrar que la fuerza de voluntad puede afrontar los más grandes desafíos, Todd se propuso escalar en menos de cien días el pico más alto de cada uno de los cincuenta estados de los Estados Unidos. Lo logró en 66 días, ¡y con una sola pierna! El récord anterior era de 101 días.
En su libro Al filo de lo imposible, Todd Huston cuenta que el desafío más grande lo enfrentó al ascender el pico McKinley, en Alaska, con sus siete mil metros de altura, sus tormentas de nieve y sus frecuentes avalanchas. Un día, mientras ascendía el McKinley, Todd se encontró con un grupo de alpinistas. —¿Cómo está eso por allá arriba? —preguntó Todd. —Hay vientos fuertes y tormentas —respondió uno de ellos. —¿Pero lograron llegar a la cumbre? —inquirió Todd.
—No, no pudimos —replicó el hombre—. Es más importante sobrevivir que llegar a la cumbre.
Para Todd también era importante sobrevivir, pero decidió seguir adelante. Y no solo completó el ascenso al McKinley, sino que también se convirtió en la única persona discapacitada con un récord mundial en un deporte para atletas sin limitaciones físicas.
¿Cómo pudo Todd lograr esta proeza? Su respuesta es contundente: «Mediante la fe en Dios y en las capacidades que él nos ha dado, podemos superar cualquier desafío que la vida nos presente» (Al filo de lo imposible, p. 176).
¿Tienes alguna limitación física? ¿Alguna montaña se interpone en tu camino ahora mismo? El ejemplo de Todd Huston te enseña que, si pones tu vida en las manos de Dios y avanzas con voluntad firme, no hay montaña que no puedas escalar, ni desafío que no logres vencer.
Hoy ayúdame, Señor, a no mirar el tamaño de mi problema, sino la grandeza de tu poder.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

NO SOLO DE PAN

«No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» Mateo 4:4

Cuando éramos niños, en casa hubo siempre un perro, un gato o un pájaro. Después de tantos años, aún recuerdo sus nombres. Nuestro primer perro se llamaba Butch. Nuestro primer gato fue Boots y el nombre de nuestro periquito era Pretty Boy.
Los animales nacen con ciertos instintos. Un gatito sabe cómo ser un gato sin tener que ir a una escuela para gatos. Los monos saben cómo ser monos y las aves .saben cómo ser aves. Pero la gente no sabe comportarse como personas civilizadas a menos que alguien se lo enseñe. Un gato no necesita que le enseñen como tiene que asearse o lavarse la cara. Por desgracia, la especie con la dignidad más elevada de la creación de Dios carece de ese instinto. Si alguien no enseña a una persona cómo tiene que lavarse la cara, nunca sabrá hacerlo.
Por fortuna, la gente es capaz de aprender a lavarse la cara y mantener un aspecto aseado. Aprendemos a leer y a escribir. En la escuela se nos enseñan las habilidades necesarias para vivir en este mundo. Así mismo, de la Biblia, la Palabra de Dios, aprendemos cosas sobre los aspectos más importantes de nuestra vida —la vida espiritual.
Vamos a la escuela para formarnos con el fin de poder ganarnos la vida y el sustento para nosotros y nuestra familia. Sin embargo, aunque es importante, Jesús dijo: «Escrito está: "No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios"» (Mateo 4: 4). Queremos que nuestros hijos se desarrollen correctamente. Por eso ponemos todo nuestro empeño en que, ya desde la más tierna infancia, aprendan a leer y escribir... y a lavarse la cara. Pero hay algo aún más importante: queremos que conozcan la Palabra de Dios. En 2 Timoteo 3:15 leemos: «Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús».
La sabiduría que procede de las Escrituras, además de hacernos sabios en las cuestiones que tienen que ver con nuestra salvación futura, nos ayudará en multitud de problemas en esta vida. Es mi deseo que, a medida que lee este libro de meditaciones, memorice el texto para cada día. La repetición frecuente del versículo a lo largo del día, contribuirá a fijarlo en la memoria. (Basado en Mateo 4:4)

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill