¿No es acaso el ayuno compartir tu pan con el hambriento y dar refugio a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no dejar de lado a tus semejantes? Isaías 58:7.
Ante la marejada de indiferencia que parece sacudir al mundo, la humanidad se sumerge en la complacencia propia y olvida el mandate divino de ayudar y servir. Conozco personas que tienen por lema: «Cuando yo esté bien, si puedo, pensare en los demás». Aparentemente esas personas viven bien, están en el lugar que quieren estar. Sin embargo, el egoísmo no les ha dado la felicidad. Cristo mismo enserio a sus seguidores que si el Maestro y Señor era capaz de lavar los pies de sus discípulos, ellos debían asumir un sentido de servidumbre, amor y sacrificio hacia sus semejantes, sin el cual nunca podrían ser felices.
Hace años llego a mis manos la melodía y la letra de este inspirador himno que me ha ayudado a concebir la vida desde el punto de vista del servicio. Espero que tú también puedas encontrar en el la fórmula de la felicidad: «Si puedo ser de ayuda, lista estoy, Señor. / Y si con mi palabra, gozo puedo dar. / Si puedo hacer que alguno vuelva a ti, Señor, / no habré vivido en vano, mi Dios. / Si cumplo mis deberes con fidelidad, / si puedo hacer más bello el sitio en que este, / si desparramo amores con sinceridad, / no habré vivido en vano, mi Dios. / No habré vivido en vano, mi Dios. /No habré vivido en vano, mi Dios. / Si puedo ser de ayuda, lista estoy, Señor».
La vida de servicio conlleva muchos sinsabores e ingratitudes. ¿Te encuentras tú entre los que sufren por causa del servicio? No te desanimes si la respuesta es afirmativa. Cristo también sufrió el desprecio de un pueblo que pidió injustamente su crucifixión. Puede ser que encuentres más llamativa y placentera la vida si te pones a ti misma en primer lugar pero, aunque ganes momentáneamente, sentirás un vacío enorme en tu corazón.
Decide hoy, con la ayuda de Dios, ser de beneficio para todos los que te rodean. Solo sabe servir quien lleva el servicio del Maestro en su corazón.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Ante la marejada de indiferencia que parece sacudir al mundo, la humanidad se sumerge en la complacencia propia y olvida el mandate divino de ayudar y servir. Conozco personas que tienen por lema: «Cuando yo esté bien, si puedo, pensare en los demás». Aparentemente esas personas viven bien, están en el lugar que quieren estar. Sin embargo, el egoísmo no les ha dado la felicidad. Cristo mismo enserio a sus seguidores que si el Maestro y Señor era capaz de lavar los pies de sus discípulos, ellos debían asumir un sentido de servidumbre, amor y sacrificio hacia sus semejantes, sin el cual nunca podrían ser felices.
Hace años llego a mis manos la melodía y la letra de este inspirador himno que me ha ayudado a concebir la vida desde el punto de vista del servicio. Espero que tú también puedas encontrar en el la fórmula de la felicidad: «Si puedo ser de ayuda, lista estoy, Señor. / Y si con mi palabra, gozo puedo dar. / Si puedo hacer que alguno vuelva a ti, Señor, / no habré vivido en vano, mi Dios. / Si cumplo mis deberes con fidelidad, / si puedo hacer más bello el sitio en que este, / si desparramo amores con sinceridad, / no habré vivido en vano, mi Dios. / No habré vivido en vano, mi Dios. /No habré vivido en vano, mi Dios. / Si puedo ser de ayuda, lista estoy, Señor».
La vida de servicio conlleva muchos sinsabores e ingratitudes. ¿Te encuentras tú entre los que sufren por causa del servicio? No te desanimes si la respuesta es afirmativa. Cristo también sufrió el desprecio de un pueblo que pidió injustamente su crucifixión. Puede ser que encuentres más llamativa y placentera la vida si te pones a ti misma en primer lugar pero, aunque ganes momentáneamente, sentirás un vacío enorme en tu corazón.
Decide hoy, con la ayuda de Dios, ser de beneficio para todos los que te rodean. Solo sabe servir quien lleva el servicio del Maestro en su corazón.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera