Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (Filipenses 3:1 4).
En eje es una línea recta vertical u horizontal en la que se señala un punto de referencia llamado origen y sobre el cual se representan los números enteros. Si el eje es vertical se representarán los números enteros positivos hacia arriba y los enteros negativos hacia abajo. Si el eje es horizontal, quedarán los números enteros positivos hacia la derecha y los enteros negativos hacia la izquierda. Aunque nunca ha sido mi asignatura preferida, creo que la ciencia de las matemáticas puede proporcionarnos una buena ilustración espiritual.
La vida es como un eje que nosotros mismos dibujamos en función de un origen. Algunos prefieren colocarlo en el plano horizontal, porque para ellos la vida solo tiene una dimensión horizontal, es decir, únicamente son capaces de ver el presente y su horizonte queda reducido a su cortedad de miras. Viven el momento sin recapacitar en el futuro, en el que ni tan siquiera piensan. El momento es el que determina sus acciones. Aunque la Biblia nos aconseja que vivamos un día a la vez y que depositemos nuestra confianza en Jesús cada día, nos exhorta a proseguir en el camino al que somos llamados por el mismo Cristo, cuyo horizonte no es fácil de divisar pero que es garantizado por el que ya lo transitó y actualmente se sienta en las mansiones eternas.
Otros prefieren colocar el eje de su vida sobre el plano vertical, el que tiene como origen al Creador y apunta hacia Dios. Este eje hace de la vida una escalera que se va ascendiendo peldaño a peldaño a medida que añadimos números enteros positivos y nos sobreponemos a los enteros negativos dejándolos atrás. Esta escalera nos acerca cada vez más a nuestro Salvador y está coronada con la vida eterna. Allí donde otros terminan su vida tú la comienzas si has colocado tu eje en dirección al cielo.
¿Comprendes la importancia de situar correctamente tu eje? Un canto infantil lo expresa con las siguientes palabras: «Cristo manda que subamos más, mirando al mundo bajaremos más, porque subiendo y bajando nunca llegaremos, subamos, subamos, mirando a Cristo, cada día más».
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera