Lugar: Suiza
Palabra de Dios: Romanos 12:9
¿Alguna vez volviste de una caminata y encontraste un montón de abrojos pegados a tu ropa? Tú los conoces: esos “pinches” que se te pegan y que hay que sacar uno por uno. Bueno, allá por 1941, George de Mestral salió a cazar con su pointer irlandés, en las montañas de Jura. Con lo que volvió a su casa fue con esos pequeños abrojos, pegados a sus pantalones de lana y, por supuesto, al pelaje de su perro.
Mientras George se quitaba los abrojos, se sorprendió al ver cuán fuertes eran. Siendo un ingeniero mecánico muy curioso, tomó uno de los abrojos y lo examinó bajo el microscopio. Descubrió que los abrojos consistían, en verdad, en centenares de pequeños ganchos. Con todos esos ganchos, no era de asombrarse que se adhirieran tan fuertemente.
Luego de estudiar la estructura de los abrojos, George trató de inventar un producto similar, que sirviera para pegar cosas. Diez años más tarde, su diseño estaba completo. Si alguna vez usaste el velcro, de allí es de dónde provino. A través de los años, la gente ha usado velero de muchas maneras, incluso para mantener las botas de los astronautas pegadas al piso, en un ambiente sin gravedad (gravedad cero).
¿Qué tienen en común el Velcro y los abrojos? Ambos fueron diseñados para pegarse bien fuerte. Eso es algo que también nosotros podemos hacer. La Biblia nos dice: “Aborrezcan el mal; aférrense al bien”. En otras palabras, sean como el velero y como los abrojos, y cuando descubran algo bueno, aférrense a ello. Piensa en los centenares de pequeños ganchos que mantienen a los abrojos en su lugar, y no te sueltes.
Y, hablando de adherirse firmemente a lo que es bueno, lo mejor que puedes hacer es aferrarte de Jesús. Quédate cerca de él hoy, y serás bendecido. Nunca te arrepentirás de aferrarte con todas tus fuerzas de él.
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson