miércoles, 21 de octubre de 2009

UN NUEVO ROSTRO

Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo el rostro del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu (2 Corintios 3: 18).

En su libro sobre la historia de la cirugía plástica, Holly Brubach escribe: «Yo tengo la teoría de que para cuando cumples cincuenta años, tienes el rostro que mereces. Después de cinco décadas de fruncir el ceño repetidamente, o reír, o mostrar preocupación, la actitud de uno hacia la vida queda grabada en la cara». Ése es un vivo recordatorio de que todos los días ponemos una cara que dice al mundo mucho sobre nosotros. Aunque la Biblia no menciona la cirugía plástica, sí presenta el asombroso concepto de que conocer a Dios y pasar tiempo con él en oración y en su Palabra puede afectar nuestra apariencia. Cuando Moisés bajó del monte Sinaí, después de reunirse con Dios, su rostro brillaba tanto que los hijos de Israel no podían mirarlo fijamente (Éxo. 34: 29, 30). Pablo comparó esa gloria con la gloria mayor que experimentan los que tienen una relación personal con Cristo. Dijo que estamos siendo transformados por el Espíritu Santo, el cual mora en nosotros, y nos estamos pareciendo cada vez más al Señor Jesús (2 Cor. 3: 18). Aunque la comunión con Cristo no nos dé un rostro perfecto, puede reemplazar la causa de los enojos y la frente arrugada con una paz interior que muestre la belleza de Cristo a través de nosotros. No hay cosmético para el rostro que se pueda comparar con la gracia transformadora de Dios.

Evelyn Omaña
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.

INTÉNTALO OTRA VEZ

Meditaré en tus preceptos y pondré mi atención en tus caminos. Me alegraré con tus leyes y no rae olvidaré de tu palabra. Salmo 119: 15, 16

Cuando mi hermana Kim se puso por primera vez los esquís y bajó por la ladera de la colina recordó los Juegos Olímpicos de Invierno que todavía estaban frescos en su memoria. Ver a los esquiadores mientras bajaban sin esfuerzo por las laderas la convenció de que esquiar sería muy fácil. Por eso Kim, fue, con algunos amigos de la academia, a una estación de esquí para pasar el día. Se puso los esquís y se subió en el telesquí hasta la cima de la colina. Desde ese punto privilegiado se dio cuenta de que bajar no sería tan sencillo como había pensado. Después de caer más veces de las que se habría atrevido a contar, Kim abandonó los sueños olímpicos. Se quitó la nieve que le había quedado pegada a la ropa, devolvió el equipo a la tienda de alquiler y se fue a casa. Pasarían muchos años hasta que volviera a ponerse unos esquís en los pies. ¿Alguna vez trataste el estudio de la Biblia como si fuera un deporte? Si va bien, sigues adelante. Si no ves resultados inmediatos, te encoges de hombros y dices: «Bueno, no era para mí. Me dedicaré a otra cosa». Muy pocos piensan que el estudio de la Biblia es emocionante desde el principio. Muy pocos verán grandes cambios en su vida. Es algo parecido a aprender a tocar el piano. Empiezas con canciones facilitas. Pero si no abandonas, finalmente puedes tocar Para Elisa, de Beethoven, o el Vals del minuto, de Chopin. Lleva su tiempo. Nada que realmente valga la pena sucede de un día para otro. Los beneficios de estudiar la Biblia se acumulan a medida que dedicas más y más tiempo a la Palabra de Dios. Lo impor­tante es seguir leyendo.

Tomado de la Matutina El Vieja Increíble.

CORRER EN VACIÓ

Jesús le dijo: «De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces». Mateo 26: 34.

Pedro desconocía su verdadera condición. Se consideraba un buen seguidor de Jesús, lleno de fe, lleno del poder del Espíritu Santo, lleno de los frutos del Espíritu. Segú: su propia evaluación, otros podían negar y abandonar a Jesús; cualquiera menos él. Los demás discípulos podían perder su fe y fracasar, pero él se consideraba firme. Nada ni nadie lo separaría jamás de su Maestro. Aunque la práctica de las disciplinas espirituales como la oración y la comunión con Dios, al parecer, no eran un hábito en su vida, se sentía muy seguro de mantenerse fiel y leal a Jesús ante cualquier crisis.
Mateo registra tres incidentes en la vida de Pedro que eran señales de advertencia de que el apóstol estaba corriendo en vacío. No estaba preparado para enfrentar la crisis que se avecinaba.
  • Pedro tenía dificultades en su vida de oración. Jesús le pidió que orara. Sin embargo, prefería dormir. Al parecer, la oración no le entusiasmaba. Era una práctica ausente en su vida. Era difícil pasar tiempo con Dios. Le costaba trabajo hablar con Dios. La oración había desaparecido de su programa diario. En la antesala de la crisis, dormía.
  • Pedro había perdido la paciencia. Mientras Jesús se mantenía tranquilo, sereno calmado, en presencia de quienes lo arrestaban, Pedro estaba furioso. Perdió el dominio propio hasta el punto de sacar la espada para cortarle la cabeza a uno de los que prendían a su Maestro. La violencia lo dominó. Decidió usar la fuerza para enfrentar a los enemigos.
  • Pedro no daba un buen testimonio. «Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo. Mas el negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices» (Mat. 26: 69, 70).
Las palabras de Pedro, «aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré», estaban lejos de reflejar la realidad de su vida. Ignoraba que la victoria sobre la tentación el resultado de una vida de estrecha relación con Jesús. ¿Cómo está tu vida de oración ¿Qué tal tu paciencia con tu cónyuge, con tus hijos, con tus hermanos de la iglesia, con tus compañeros de trabajo? Jesús te dice hoy: «Oro para que tu fe no falte, oro por ti, para que tu paciencia no falte y para que tu testimonio sea poderoso». Si te siente! vacío, busca a Dios en oración. Él puede llenar tu vida de poder. El diagnóstico de Jesús era una advertencia para Pedro, y también para nosotros.

Tomando de la Matutina Siempre Gozosos.