miércoles, 29 de junio de 2011

¿REFLECTOR O BOMBILLA?

Porque separados de mí, nada podéis hacer (Juan 15: 5).
Mientras participaba en una reunión de padres en la escuela secundaria donde estudia mi hijo mayor, una persona, haciendo uso de su autoridad, emitió un planteamiento que, lejos de permitir el diálogo, se presentaba como una imposición. Para mí resulta difícil pronunciarme en tales casos, pero decidí tomar la palabra. Noté, mientras hablaba, que aquellas personas que habían aprobado la declaración anterior, cambiaban de parecer. Al final, algunos padres se acercaron a mí y me felicitaron por haber tenido el valor de presentar el asunto desde otro ángulo e impedir aquella imposición.
Esta experiencia me llevó a reflexionar sobre la razón por la que el ser humano a veces actúa como una pelota de fútbol, que va donde otro la tire. Si tuviéramos siempre presente la convicción de que hemos salido de las manos de un Dios de amor que tomó tiempo para moldearnos y para hacernos semejantes a él, no dejaríamos que nuestra voluntad se meciera de un lugar a otro como las olas del mar.
Pensando en esto vinieron a mi mente dos objetos: un reflector y una bombilla. El reflector se manipula para que refleje la luz de otro objeto, mientras que la bombilla emana luz por sí misma. Aunque ambos dependen de una fuente de energía, existe una gran diferencia entre ellos.
Creo firmemente que el Creador nos ha hecho bombillas, nos ha dado la capacidad para utilizar la energía en la forma que consideremos. Esta energía es el libre albedrío que debería estar conectado a la fuente de energía universal, Cristo Jesús. Si así fuera, nuestras bombillas reflejarían una luz inigualable. Entonces, ¿por qué andar mirando a los costados para movernos en la dirección en que lo hacen otros?
Hay momentos en los que el respeto y la humildad nos llevan a pronunciarnos de determinada manera, pero en lo que se refiere a nuestras convicciones, deberíamos recordar que hemos sido creadas con mucho amor y con la capacidad de alumbrar por voluntad propia. Cuando éntrenles momentos difíciles, recuerda escoger ser bombilla.
La energía de Dios produce en ti una luz formidable. ¡Conéctate a él!

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

TRABAJANDO CON CRISTO

Y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas. Y discutía en la sinagoga todos los días de reposo, y persuadía a judíos y a griegos. Hechos 18:3, 4.

Muchos jóvenes con los que he tratado piensan que se equivocarían si al elegir una carrera profesional esta no tuviera relación con el evangelio. Y algunos temen pecar si eligen un trabajo que nada tenga que ver con la denominación eclesiástica. Es necesario reflexionar sobre esto, para que al elegir la ocupación de tu vida, puedas hacerlo con la libertad que Cristo te concede.
Si piensas que debes servir como ministro del Señor, o como docente en la tarea educativa o como médico o enfermero misionero, hazlo. Cada día que pasa, el mundo clama por más obreros consagrados a la tarea de salvar almas, y la iglesia es la institución ideal para canalizar la ayuda y proveer el personal que aliviará tales necesidades.
Pero trabajar dentro del sistema adventista no es la única manera de servir al Señor. El ejemplo de Aquila y de Pablo lo ilustra bien. Ambos tenían el mismo oficio, fabricaban carpas durante la semana, pero cada sábado acudían a la sinagoga y compartían el evangelio. Estas labores no fueron excluyentes, ya que ellos trabajaban para ganar el pan y compartían su fe en el Salvador.
Lo mismo ocurrió con otros personajes bíblicos, quienes en las tareas y labores comunes representaron dignamente al Dios del cielo, dando pruebas, con la palabra y el ejemplo, de que su patria era la celestial. José fue gobernador en Egipto, David fue poeta y rey, Amos fue pastor de ovejas en Tecoa, Daniel fue estadista en dos cortes imperiales, Zaqueo fue cobrador de impuestos, y Cornelio fue un centurión romano. Cada uno trabajó en labores seculares, pero todos vivieron como santos en medio de sus semejantes.
Más que nunca, Dios necesita hoy contadores, abogados, médicos, ingenieros, electricistas, pintores, maestros, y cuanta profesión exista, identificados con Cristo. Si te ubicas bajo la bandera de Cristo en el lugar que te toque estar, estarás imitando la labor de Aquila y de Pablo, quienes mientras trabajaban testificaban de su amante Salvador. No lo olvides: es posible realizar un trabajo secular y ser a la vez un fiel cristiano.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

CONOCEDORES DEL BIEN

Sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Génesis 3:5.

La mirada vacía y sin rumbo de Carlos se perdía en la oscuridad de la fría noche de sábado. Con un resto de cigarro que había encontrado en la calle, pensó: "¡Llegué al fondo del pozo! Si alguien me hubiese advertido que eso iba a ocurrir conmigo, simplemente me reiría de él; pero ahora, ¿qué quedó de mí?"
Carlos había vivido durante años lo que muchos llaman "sueño". Libre, sin tener que dar cuentas a nadie, iba y venía por donde quería, a la hora que quería. ¿La iglesia de sus padres? ¿Quién necesitaba del peso de la iglesia para malograr el sueño?, pensaba. La iglesia te ciega; no te permite ver. La Biblia es un libro de fanáticos, y solo sirve para reprimir las ganas de ser feliz.
Pero, ahora el cuadro de felicidad que había dibujado era un garabato, y el sueño se había convertido en una pesadilla.
Una de las armas del enemigo es burlar. El texto de hoy es una prueba de eso. Acusa a Dios de no querer la felicidad de sus hijos; de impedir que sus hijos vean "lo bueno que hay en esta vida".
Ese tipo de discurso es fuertemente aplaudido por la sociedad moderna, que insiste en probarlo todo, experimentarlo todo; vivirlo todo. Dios es un Dios de opciones, y una de esas opciones es conocer lo malo. Pero, por más que esa manera de pensar parezca "cultura", conocimiento y aprendizaje, este conocimiento siempre trae frustración y amargura al alma.
Era noche fría de sábado, y Carlos se levantó. Echó el cigarro a la basura, y exclamó: "¡Estoy cansado de conocer el mal! Voy a buscar lo que es bueno". Las palabras no habían salido de sus labios, cuando el Señor Jesús ya le abrió los brazos y lo recibió.
Tienes un nuevo día delante de ti. Y cada nuevo día trae una nueva oportunidad. No esperes a llegar, como Carlos, al fondo del pozo, para reconocer que necesitas de Jesús. El mal existe, pero no tiene nada de bueno para enseñarte. El bien, por el contrario, es todo un mundo inagotable de conquistas y de aventuras del espíritu. Escoge el bien, y no le hagas caso al enemigo cuando venga y te diga: "Sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón