Porque separados de mí, nada podéis hacer (Juan 15: 5).
Mientras participaba en una reunión de padres en la escuela secundaria donde estudia mi hijo mayor, una persona, haciendo uso de su autoridad, emitió un planteamiento que, lejos de permitir el diálogo, se presentaba como una imposición. Para mí resulta difícil pronunciarme en tales casos, pero decidí tomar la palabra. Noté, mientras hablaba, que aquellas personas que habían aprobado la declaración anterior, cambiaban de parecer. Al final, algunos padres se acercaron a mí y me felicitaron por haber tenido el valor de presentar el asunto desde otro ángulo e impedir aquella imposición.
Esta experiencia me llevó a reflexionar sobre la razón por la que el ser humano a veces actúa como una pelota de fútbol, que va donde otro la tire. Si tuviéramos siempre presente la convicción de que hemos salido de las manos de un Dios de amor que tomó tiempo para moldearnos y para hacernos semejantes a él, no dejaríamos que nuestra voluntad se meciera de un lugar a otro como las olas del mar.
Pensando en esto vinieron a mi mente dos objetos: un reflector y una bombilla. El reflector se manipula para que refleje la luz de otro objeto, mientras que la bombilla emana luz por sí misma. Aunque ambos dependen de una fuente de energía, existe una gran diferencia entre ellos.
Creo firmemente que el Creador nos ha hecho bombillas, nos ha dado la capacidad para utilizar la energía en la forma que consideremos. Esta energía es el libre albedrío que debería estar conectado a la fuente de energía universal, Cristo Jesús. Si así fuera, nuestras bombillas reflejarían una luz inigualable. Entonces, ¿por qué andar mirando a los costados para movernos en la dirección en que lo hacen otros?
Hay momentos en los que el respeto y la humildad nos llevan a pronunciarnos de determinada manera, pero en lo que se refiere a nuestras convicciones, deberíamos recordar que hemos sido creadas con mucho amor y con la capacidad de alumbrar por voluntad propia. Cuando éntrenles momentos difíciles, recuerda escoger ser bombilla.
La energía de Dios produce en ti una luz formidable. ¡Conéctate a él!
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Mientras participaba en una reunión de padres en la escuela secundaria donde estudia mi hijo mayor, una persona, haciendo uso de su autoridad, emitió un planteamiento que, lejos de permitir el diálogo, se presentaba como una imposición. Para mí resulta difícil pronunciarme en tales casos, pero decidí tomar la palabra. Noté, mientras hablaba, que aquellas personas que habían aprobado la declaración anterior, cambiaban de parecer. Al final, algunos padres se acercaron a mí y me felicitaron por haber tenido el valor de presentar el asunto desde otro ángulo e impedir aquella imposición.
Esta experiencia me llevó a reflexionar sobre la razón por la que el ser humano a veces actúa como una pelota de fútbol, que va donde otro la tire. Si tuviéramos siempre presente la convicción de que hemos salido de las manos de un Dios de amor que tomó tiempo para moldearnos y para hacernos semejantes a él, no dejaríamos que nuestra voluntad se meciera de un lugar a otro como las olas del mar.
Pensando en esto vinieron a mi mente dos objetos: un reflector y una bombilla. El reflector se manipula para que refleje la luz de otro objeto, mientras que la bombilla emana luz por sí misma. Aunque ambos dependen de una fuente de energía, existe una gran diferencia entre ellos.
Creo firmemente que el Creador nos ha hecho bombillas, nos ha dado la capacidad para utilizar la energía en la forma que consideremos. Esta energía es el libre albedrío que debería estar conectado a la fuente de energía universal, Cristo Jesús. Si así fuera, nuestras bombillas reflejarían una luz inigualable. Entonces, ¿por qué andar mirando a los costados para movernos en la dirección en que lo hacen otros?
Hay momentos en los que el respeto y la humildad nos llevan a pronunciarnos de determinada manera, pero en lo que se refiere a nuestras convicciones, deberíamos recordar que hemos sido creadas con mucho amor y con la capacidad de alumbrar por voluntad propia. Cuando éntrenles momentos difíciles, recuerda escoger ser bombilla.
La energía de Dios produce en ti una luz formidable. ¡Conéctate a él!
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera