martes, 27 de noviembre de 2012

VIEJO Y MÁS SABIO


«Prefiero rogártelo en nombre del amor. Yo, Pablo, ya anciano y ahora, además, prisionero de Cristo Jesús, te suplico» (Filemón 1:9,10, NVI).

Hoy nos encontramos en el pequeño libro de Filemón. Aquí podemos notar que Pablo ya era un anciano. Algunos dicen que estaba casi ciego. Ya no podía moverse como cuando era joven, y seguramente tenía dolores y achaques propios de su edad. Pero a pesar de que Pablo no podía hacer algunas de las cosas que hacía de joven, tenía algo que solo se obtiene con los años.
Pablo había conocido a Dios durante muchos años y así como ocurre con cualquier buen amigo, cuanto más lo conocía, más lo amaba. Como Pablo y Dios se conocían desde hacía tantos años, se amaban mucho. Hay ciertas cosas de envejecer que no son muy agradables, pero tú puedes aprender de aquellos que han envejecido en Jesús. Pregúntales cómo puedes ser un mejor cristiano. Pregúntales qué cosas han aprendido de Dios. Diles que los respetas porque han sido fieles a Jesús durante su vida. Entonces, junto a ellos, espera ansiosamente el día del regreso de Jesús en el que tanto jóvenes como ancianos seremos llevados al cielo con él.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

EXAMINA LA SENDA


Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean rectos. (Proverbios 4:26)

Emigrar a otro país dejando familia y amigos atrás no es fácil. Mi familia y yo tuvimos la oportunidad de viajar de Perú a México, donde vivimos doce años. Un día recibimos la aprobación para obtener la residencia norteamericana, algo que habíamos estado gestionando durante catorce años, y decidimos que yo sería la primera en viajar a Estados Unidos, y luego mi hijo menor decidió que me acompañaría, ya que deseaba estudiar en una de nuestras universidades. Mi esposo y mi hijo mayor se quedaron en México, con la seguridad de que pronto estaríamos juntos. Vendimos todo lo que habíamos adquirido en aquellos doce años. Renuncié a mi empleo y viajé al «país de las oportunidades». Yo estaba segura de que Dios deseaba esa opción para nosotros.
Conforme pasaron los meses me di cuenta de que no era fácil luchar sin mi esposo. Pensé en las muchas mujeres que como yo dejan sus hogares para encontrar su bienestar. Una felicidad basada en las comodidades, pero vacía por la ausencia del esposo y los hijos. Luego se hizo necesario que regresáramos a México, porque mi hijo se enfermó, y hoy estamos nuevamente juntos. Ahora comprendo que los caminos del hombre no son los de Dios, y que aquella había sido una decisión motivada por la comodidad y el bienestar. Además, comprendí que mi esposo y mis hijos son el tesoro más grande que Dios me ha dado. El Señor no deseaba que estuviéramos separados.
Elena G. de White escribió: «El dinero tiene gran valor porque puede hacer mucho bien, pero el dinero no es de más valor que la arena, a menos que sea usado para satisfacer las necesidades de la vida, beneficiar a otros y hacer progresar la causa de Cristo» (Mensajes para los jóvenes, cap. 10, p. 220).
¿Qué hacer para no tomar decisiones apresuradas? La clave está en no limitar la vida cristiana a una hora diaria, o a dos o tres horas en la iglesia. En la Biblia leemos: «Examina la senda de tus pies y todos tus caminos sean rectos». No nos apartemos de Jesús, permitamos que el forme parte de nuestras vidas, y guiará nuestro camino.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Mirna Jares de Pezoa

UNA DURA PRUEBA


Perdónanos el mal que hemos hecho, así como nosotros hemos perdonado a los que nos han hecho mal. Mateo 6:12

Sin lugar a dudas, una de las cosas más difíciles de ser cristiano es perdonar. ¿Cómo perdonar al amigo que te traiciona, a la novia o novio que te engaña, o al profesor que te humilla ante tus compañeros?
La experiencia de Corrie Ten Boom nos puede ayudar. Corrie creció en un hogar donde las puertas siempre estaban abiertas para atender a la gente necesitada. Por eso, cuando en el año 1940 los nazis invadieron Holanda, su país natal, no pasó mucho tiempo antes de que su casa se convirtiera en un refugio para perseguidos políticos.
A pesar de que arriesgaban sus vidas, los Ten Boom realizaron esta labor humanitaria durante varios años, hasta que un espía los denunció a la Gestapo (la policía secreta nazi). Fue así como el 28 de febrero de 1944, la Gestapo tomó por asalto la casa de los Ten Boom y llevó prisioneros a todos los que se encontraban allí. El padre de Corrie murió a los diez días de haber sido apresado. Betsie, su hermana, murió en el campo de concentración donde ambas fueron recluidas.
El 30 de diciembre de 1944 Corrie fue liberada, y entonces tuvo que enfrentar la prueba más dura: ¿Podría perdonar a los culpables de la muerte de su padre y de su hermana? La respuesta no tardó mucho en llegar.
Poco después de la rendición de Alemania, Holanda fue liberada. Entre los arrestados por crímenes de guerra se encontraba el espía que los había denunciado. Ese hombre era un traidor. Con el fin de engañarla, le había dicho a Corrie que necesitaba ayuda para liberar a su esposa. Ella creyó su historia y le dio dinero. Luego él, al igual que Judas, salió de allí directo a traicionarla. Pero ahora estaba condenado a muerte. ¿Qué hizo ella? Le envió a la prisión una carta que decía: «Recuerde que Jesús murió por usted en la cruz. Si cree en él y desea ser su hijo, será salvo por la eternidad [...]. Yo lo he perdonado. Y Dios también lo perdonará, si usted se lo pide» (Pam Rosewell Moore, Life Lessons from the Hiding Place [Lecciones de vida desde el refugio secreto], p. 116).
¿Hay alguien a quien no has podido perdonar? Hoy es un buen día para sacar esa espina de tu corazón.
Dios mío, ayúdame a perdonar a quienes me han hecho mal, de la manera que tú me has perdonado.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

LA PROMESA ES PARA USTED


«Pero yo sé que mi Redentor vive, y que al fin se levantará sobre el polvo» (Job 19:25).

De las hermanas de Lázaro, Marta era la práctica. Ella era quien se quedaba en casa y se hacía cargo de las tareas domésticas. Mientras María malgastaba los años con inquietudes y extravíos, ella limpiaba, cocinaba y tenía cuidado de Lázaro. Sin duda alguna, Marta pensaba: «María es insensata. Se enamora de cualquiera que le preste un poco de atención. Además, no sabe nada de cuidar la casa». Por su parte, es probable que María pensara de Marta: «Es tan aburrida y sosa... Para la edad que tiene está muy mayor y ajada. Tendría que aprender a relajarse de vez en cuando y pasarla bien».
En aquella hora tan dolorosa, parecía que a Marta le costaba creer que Jesús le estuviera hablando. «Tu hermano resucitará.» De haber creído, esa promesa habría sido un gran consuelo. «Sí, resucitará en el día postrero. Sin duda que, cuando miles de millones salgan de su tumba, Lázaro también estará con ellos».
Nosotros solemos hacer lo mismo. Tomamos las promesas de Dios y decimos: «Es verdad para todos los hijos de Dios... algún día». Pero nos olvidamos del hecho de que son personales, para nosotros, hoy. Dios ha dado una gran bendición a su pueblo escogido. Sí, eso significa que a usted también. Pero sacudimos la cabeza como si la cosa no tuviera que ver con nosotros. Es una fiesta estupenda, pero seguimos hambrientos; es un río caudaloso, pero continuamos sedientos. ¿Por qué?
De alguna manera interpretamos la promesa en términos tan generales que echamos de menos el consuelo que viene cuando las aplicamos personalmente. Que seamos pobres y miserables es responsabilidad nuestra, porque bastaría con que ejercitáramos un poco la fe para que poseyéramos una herencia ilimitada.
Si usted es hijo de Dios, todas sus promesas le pertenecen y son suyas ahora mismo. Si este banquete no lo sacia es porque no tiene suficiente fe. Si, estando a orillas de este río, continúa sediento es porque no se agacha y bebe. Alégrese y esté contento; crea que las promesas del Señor son personales y para usted.  Basado en Juan 11:1-44

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill