miércoles, 22 de agosto de 2012

UNA BRILLANTE CONSTELACIÓN


«El Señor, que hizo las Pléyades y el Orión, es quien convierte la noche en día y el día en noche oscura; quien llama a las aguas del mar y las derrama sobre la tierra [...]. El Señor, ese es su nombre» (Amos 5:8,9).

En nuestra aventura de hoy seguiremos contemplando el cielo nocturno. Es hermoso. ¿Sabes qué es una constelación? Es un grupo de estrellas que forman una imagen en el cielo. Te explico: antiguamente la gente pensaba que las estrellas formaban imágenes. Orión, por ejemplo, que se menciona en el versículo de hoy, se veía como un cazador con una espada colgada en su cintura. Pero Orión es solo una de muchas constelaciones. Si buscas un libro sobre las estrellas podrás encontrar todas las diferentes constelaciones que existen en el cielo.
¿Sabías que tú eres como una constelación? Todas las pequeñas cosas que haces cada día forman una imagen de lo que eres en realidad. Si tú dices que amas a Jesús, lo que haces debe mostrar a Jesús. ¿Qué clase de constelación están mostrando tus acciones? Todos somos pecadores, así que la única forma de mostrar una imagen de Jesús es teniendo una relación estrecha con él y haciendo lo que él quiere que hagamos. Deja que tus acciones brillen como pequeñas estrellas para que otros puedan ver una constelación de Jesús brillando en tu vida.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD


Que Vasti no se presente más delante del rey Asuero (Esther 1:19).

Dice la biblia que cuando la reina Vasti fue llamada a comparecer ante el rey, no obedeció. Lo que más me impresiona de esta parte de la historia es la rapidez con que Vasti fue sustituida. No tuvo la oportunidad de explicar las razones por las que no había atendido el llamado del rey. Tampoco tuvo tiempo para pedir que se le permitiera rectificar su respuesta. A diferencia de este relato, son muchas las ocasiones en las que Dios nos concede segundas oportunidades.
Mi esposo, mi hija y algunos compañeros de trabajo habíamos estado disfrutando de unos días de descanso en la hermosa isla Margarita. Pasamos unos días realmente agradables, pero llegó el momento de regresar a casa. Antes de marcharnos quisimos comprar algunas cosas en el centro de la ciudad. El tiempo pasó demasiado rápido y cuando nos dimos cuenta se nos había hecho tarde para regresar, ya que podíamos perder el ferry que nos llevaría de vuelta a casa. Regresamos lo más pronto que pudimos al hotel, recogimos nuestras cosas y salimos rumbo al lugar donde tomaríamos el barco de regreso.
Todos nuestros compañeros ya se habían ido. Únicamente había quedado una familia con nosotros. Ellos iban en su carro al frente del nuestro, porque conocían mejor el camino. Por fin llegamos al muelle cuando apenas faltaban cinco minutos para la hora de salida del ferry Revisaron las cosas que llevábamos y también nuestros boletos y nos dejaron pasar. Sin embargo, el señor que revisaba hizo una llamada utilizando su radio y nos dijo: «Lo siento, ya no hay más cupo para autos, deben esperar el próximo barco». ¡Nosotros nos quedamos, y todos los demás se fueron! Tuvimos que esperar cuatro horas para abordar otro barco. Me imagino que la reina Vasti sintió una sensación todavía peor al enterarse de que había sido sustituida y que no tendría una segunda oportunidad.
Es posible que alguna vez te haya dejado un tren, un avión o un barco. No obstante, Dios hoy te ofrece una segunda oportunidad, un nuevo comienzo. Él desea restaurarte, sanarte y finalmente salvarte. ¡Únicamente tienes que rendirte a sus pies y aprovechar cada una de esas oportunidades!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Gregaria González de Belisario

¿LEÑA DEL ÁRBOL CAÍDO?


Un día, Jonatán, el hijo de Saúl, fue a ver a David en Mores, y a darle ánimo fortaleciendo su confianza en Dios. 1 Samuel 23:16.

Después de derrotar al gigante Goliat la popularidad de David no conoció límites. Y por supuesto, le sobraban los amigos.
¡Qué fácil es tener amigos cuando todo va bien! Y fue en su tiempo de grandeza, cuando Jonatán conoció a David. El hijo de Isaí acababa de derrotar a Goliat. Jonatán quedó tan admirado por el valor y la humildad de David que «se quitó la capa y la túnica que llevaba puestas, y se las dio a David, junto con su espada, su arco y su cinturón» (1 Sam. 18:4). Ese día «Jonatán y David se juraron eterna amistad» (vers. 3).
Sin embargo, la popularidad de David trajo consigo un problema: la envidia del rey Saúl. Lo peor era que la envidia de Saúl no era una envidia cualquiera. El rey no podía quitar de su mente las notas del cántico con que el pueblo había celebrado la victoria de David: «Mil hombres mató Saúl, y diez mil mató David» (vers. 8).
Ya conocemos la historia. La envidia de Saúl convirtió a David en un prófugo de la justicia, que tuvo que huir de un lugar a otro, escondiéndose en cuevas, para salvarse de la muerte. Atrás quedó la popularidad. Atrás quedó la multitud de amigos. Solo los fieles quedaron. ¿Se acordaría Jonatán del pacto de amistad que había sellado con David cuando todo eran aplausos?
Dice el relato bíblico que estando David en el desierto de Zif (1 Sam. 23:14), Jonatán fue a verlo. ¿Con qué fin? ¿Para hacer leña del árbol caído? No. Para darle ánimo y fortalecer su confianza en Dios (1 Sam. 23:16).
¡Qué gesto tan noble! Pudo enviarle un mensaje por escrito. Pudo conformarse con orar por él. En un tiempo en que ser amigo de David equivalía a ser enemigo del rey, Jonatán prefirió ir en persona hasta donde estaba su amigo para animarlo con palabras que solo un verdadero amigo puede expresar: «Tú llegarás a ser rey de Israel, y yo seré el segundo en importancia» (1 Sam. 23:17).
¡Qué acto tan noble! La amistad por encima de la corona.
Ayúdame, oh Dios a ser la clase de amigo que fue Jonatán para David

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

EL VALOR DE UNA SOLA


« No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, él os lo dé» (Juan 15:16).

¿Quién no se ha perdido en un momento u otro? El otro día regresaba a casa de una cita que distaba varias horas y me pasé de salida en la autopista. Tomé la salida siguiente, pero estaba tan perdido que tuve que llamar a mi esposa por teléfono para que me indicara cómo volver a casa. Ella creció aquí y conoce mejor la ciudad.
Jesús es el Buen Pastor y algunas de sus ovejas se han perdido. En un momento u otro todos nos hemos perdido, porque la Biblia dice: «Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino» (Isa. 53:6).
Somos las ovejas de Cristo, porque él nos escogió desde antes de la fundación del mundo: «No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros» (Juan 15:16). Y nosotros somos suyos porque el Padre nos dio a su Hijo: «Tuyos eran, y me los diste». «Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo esté, también ellos estén conmigo» (Juan 17: 6,24)
Quizá vaguemos durante un tiempo, pero el Buen Pastor no dejará que nos perdamos para siempre. «Porque así ha dicho Jehová, el Señor: "Yo, yo mismo, iré a buscar a mis ovejas, y las reconoceré.  Como reconoce su rebaño el pastor el día que está en medio de sus ovejas esparcidas, así reconoceré yo a mis ovejas y las libraré de todos los lugares en que fueron esparcidas el día del nublado y de la oscuridad"» (Eze. 34:12).
«En la parábola, el pastor va en busca de una oveja, la más pequeñita de todas. Así también, si solo hubiera habido una alma perdida, Cristo habría muerto por esa sola» (Palabras de vida del gran Maestro, cap. 15, p. 146). Martín Lutero dijo una vez: «He tenido muchas cosas en la mano y las he perdido todas. Pero todavía poseo todo lo que puse en manos de Dios».
Si usted se pone en manos de Dios estará seguro. Basado en Lucas 15:4-7

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill